Como un club que se prepara para enfrentar un campeonato, los productores, previo a comenzar la campaña agrícola, tienen que preparar sus equipos de siembra con el fin de ganar el torneo de los rendimientos. Y para eso, necesitan refuerzos de calidad.
Según Gustavo Ferraris, investigador del Inta Pergamino especialista en nutrición de cultivos, fertilidad de suelos y agricultura por ambientes, en la zona núcleo Argentina la productividad del trigo mejoró de manera significativa en los últimos años, fundamentalmente a raíz de la incorporación de variedades de alto rendimiento.
Además, cada vez son mejores las tácticas empleadas en materia de fertilización. Un planteo básico para asegurar un resultado positivo es incorporar fósforo y algo de azufre a la siembra, y luego sumar nitrógeno tanto a la siembra como en macollaje, ya sea por vía foliar o con sólidos que se incorporen al suelo. Sin embargo, con una estrategia más amplia, es posible incrementar las chances de marcar más goles en el campo.
“En los últimos años han aparecido complementos a esta fertilización de base, que brindan una interacción positiva con el resto de los nutrientes y colaboran con la productividad. Por ejemplo, el tratamiento a semillas con zinc, el aporte de hormonas de crecimiento para mejorar la fisiología de las plantas y la inclusión de bioestimulantes para activar su crecimiento en etapas críticas”, describe Ferrari.
El zinc, desde su punto de vista, es un jugador clave para que el cultivo gane en fortaleza. “Cuando la disponibilidad en los primeros centímetros es de menos de una parte por millón o un miligramo por kilogramo de suelo, la respuesta económica a las aplicaciones de este micronutriente es significativa. Los ensayos realizados muestran un aumento de los rindes del cinco al ocho por ciento”, añade el investigador.
Las ventajas del zinc es que es un activador enzimático que activa rutas metabólicas, favorece la síntesis de auxinas y colabora con el metabolismo del nitrógeno, que es el nutriente más importante en las gramíneas y con el zinc mejora su eficiencia de uso.
Por otro lado, Ferraris menciona que otra práctica que está creciendo entre los productores con muy buenos resultados es la fertilización foliar. “De la mano del uso de variedades de alto rendimiento, hay un proceso de intensificación, con prácticas que se incorporan como las aplicaciones de fungicidas que se aprovechan para acompañarlas con un refuerzo nutricional. Los saltos en los rindes fueron motorizados por la mejora genética, pero para lograrlos a los cultivos hay que darles de comer, más agua y también más nutrientes”, afirma.