Con biocontrol, el trigo tolera mejor una enfermedad radical

Un estudio determinó que un microorganismo que vive asociado a las raíces de este cereal reduce la podredumbre de la raíz causada por un hongo y disminuye la cantidad de plantas infectadas.

El hongo Fusarium pseudograminearum causa una enfermedad muy dañina para el cultivo de trigo, dado que reduce tanto el rendimiento como la calidad de los granos. Es muy difícil de erradicar porque sus propágulos —partes del organismo capaces de desarrollarse de forma independiente— quedan en el suelo y en los restos de los cultivos anteriores, infectando al siguiente. Sin embargo, una investigación de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) determinó que el uso de otro hongo del suelo —denominado micorrícico— que vive asociado a las raíces del trigo redujo un 20% la cantidad de plantas enfermas por F. pseudograminearum. Esta es la primera investigación que muestra que el hongo micorrícico utilizado aumenta la tolerancia del trigo a la enfermedad.

“Fusarium pseudograminearum es un hongo que está en el suelo y en los rastrojos de cultivos enfermos, y causa la podredumbre de las raíces del trigo y de otros cereales de invierno”, indicó Federico Spagnoletti, autor del estudio publicado en la revista Rhizosphere y docente de Microbiología Agrícola en la FAUBA. Esta enfermedad, añadió, provoca la necrosis de los tejidos radicales —es decir, su muerte—, que se observa como un oscurecimiento en las raíces y en la base del tallo. La incidencia de esta enfermedad está creciendo en todo el planeta, con pérdidas que pueden alcanzar hasta el 50% del cultivo.

Una relación ganar-ganar

Sabiendo que algunos microorganismos del suelo pueden controlar efectivamente a otros patógenos, Spagnoletti realizó un estudio para evaluar la eficacia del hongo micorrícico Rhizophagus intraradices en este sentido. Este hongo benéfico establece con las plantas de trigo una relación de simbiosis. En esta relación, ambas especies se benefician: mientras que el trigo le brinda a R. intraradices alimento en forma de azúcares, el hongo le provee al trigo nutrientes y, según el docente, una mayor tolerancia a los ataques de otros microorganismos dañinos del suelo, como Fusarium.

En su experimento, Federico, quien también es investigador del CONICET, hizo crecer ambos hongos en las raíces de plantas de trigo. “Nuestros resultados muestran que el hongo benéfico redujo el efecto de la infección en un 76%, con lo cual mejoró la condición de las plantas enfermas. Además, se aclaró el color de las raíces”.

Por otro lado, el hongo benéfico también mostró efectos preventivos. En el estudio, el investigador comprobó que la presencia de R. intraradices redujo la cantidad de plantas afectadas por la enfermedad, con respecto a las que no lo tenían. “Este es el primer trabajo publicado que muestra la efectividad del uso de R. intraradices para controlar la podredumbre de las raíces que causa Fusarium”.

Spagnoletti agregó que, además, “la presencia de R. intraradices en la raíz genera respuestas en la planta a nivel bioquímico. Por ejemplo, activa moléculas que ayudan a que el trigo esté en mejores condiciones para afrontar el estrés que causan los ataques de otros organismos”.

Hongos con potencial

“Hoy, la enfermedad que causa F. pseudograminearum se controla con fungicidas, aunque la efectividad de este manejo está discutida. Otra alternativa es rotar los cultivos, usando plantas que no sean susceptibles a la infección de este patógeno, como el sorgo, o cultivos que no sean gramíneas, como la colza o el garbanzo. Y también se debe tener en cuenta el manejo de las malezas que sean gramíneas, ya que pueden ser reservorios del hongo”, afirmó Federico.

A modo de cierre, el docente de la FAUBA sostuvo que “existen productos comerciales que usan esta especie de hongo benéfico u otras similares, pero en general son productos que también tienen bacterias que estimulan el crecimiento de las plantas. Por esta razón es difícil establecer concretamente si el efecto sobre las plantas es causado por las bacterias o por el hongo”.

Autora: Yanina P. Nemirovsky – Fuente: FAUBA

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