Especialistas del INTA diseñaron un prototipo que simplifica las tareas de laboreo en caña de azúcar a partir de un sistema de labranza en franjas. Esta modalidad, que se encuentra en proceso de ensayo, evita el avance de la degradación del suelo y disminuye el consumo de combustible, lo cual significaría un ahorro anual de 33,5 millones de pesos.
“Esta máquina busca presentar una labranza alternativa que sea rentable para los productores y beneficiosa para el suelo, porque su conservación es un problema económico y es lo que más nos preocupa”, señaló Omar Tesouro, especialista del Laboratorio de Terramecánica e Implantación de Cultivos del INTA Castelar –Buenos Aires–.
Desde el punto de vista técnico, la máquina es un escarificador que rotura sólo la franja del suelo sin remover el espacio entre líneas para, luego, hacer el surcado y la plantación de la caña. Eso permite sustituir cuatro labores del método convencional de plantación (dos pasadas de rastra excéntrica y dos, de subsolador) y reduce la intensidad del laboreo y el gasto energético.
En el país, la caña de azúcar ocupa una superficie de 350 mil hectáreas y, al tratarse de un cultivo plurianual, cada año se renueva la quinta parte de esa extensión. Así, con la labranza en franjas, se pueden ahorrar $33,5 millones por año sólo en concepto de combustible, con lo que podrían comprarse cerca de 50 tractores de 140 HP.
De acuerdo con los primeros resultados del estudio que durará cinco años, la labranza en franjas redujo el consumo de combustible entre 40 y 50 litros por hectárea durante la etapa de implantación, respecto del sistema tradicional. Esto se debe a que la estructura del prototipo focaliza su trabajo en la zona del surco y lo hace en forma gradual.
“Por su diseño, los órganos activos de la máquina trabajan a profundidades crecientes y cada uno de los arcos altera una pequeña porción del suelo, lo cual permite efectuar la roturación en una sola pasada y a medio metro de profundidad”, observó, al tiempo que resaltó la elevada eficiencia energética de esta alternativa.
A diferencia de los cultivos extensivos que se renuevan anualmente, la plantación de caña se efectúa cada cinco años y, en el tiempo intermedio, se cosecha y vuelve a crecer. Al finalizar ese período, suele intercalarse un ciclo de soja como único esquema de rotación para interrumpir el desarrollo de plagas y malezas.
En un área de tres hectáreas ubicada en Famaillá, se establecieron 12 parcelas de ensayo: sobre el rastrojo de soja, la mitad de ellas fueron plantadas mediante la labranza en franjas y la otra parte, bajo el sistema convencional con surcos de 35 cm de profundidad.
Este estudio, realizado en conjunto con los especialistas del INTA Famaillá, busca evaluar comparativamente diversos aspectos agronómicos, productivos, económicos y ambientales de ambas tecnologías a fin de validar este sistema de manejo alternativo. (INTA)