Según un estudio de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires y la empresa Adama Argentina, en el país se invierten alrededor de 1.300 millones de dólares por año para controlar la problemática de las malezas. Desde 2005 hasta la fecha, se confirmó la evolución de resistencia a glifosato en cinco especies y, en los últimos años, se detectaron los primeros casos de resistencia múltiple a glifosato y a otros herbicidas en raigrás y yuyo colorado.
Entre las principales malezas resistentes al glifosato detectadas en la Argentina, se encuentran sorgo de Alepo (Sorghum halepense), raigrás anual (Lolium multiflorum), raigrás perenne (Lolium perenne), yuyo colorado (Amaranthus quitensis y Amaranthus palmeri), capín (Echinochloa colona) y pata de ganso (Eleusine indica). Al competir por el agua y los nutrientes del suelo, las malezas generan pérdidas económicas, interfieren en la cosecha y alcanzan la pampa húmeda, el NOA y el NEA.
Respecto de los factores que acentúan la problemática, técnicos del INTA remarcan la escasez de rotación dado el predominio del cultivo de soja, el uso de glifosato en muchos casos como única herramienta de control, la gran superficie agrícola bajo arrendamiento de corta duración y la ausencia de monitoreos en los lotes.
1. Monitorear los lotes. Conocer la historia del lote permitirá ajustar las estrategias de manejo de acuerdo con la comunidad de malezas presentes y poner énfasis en las especies más difíciles de controlar. Además de identificar el tipo de malezas, el diagnóstico es fundamental para observar su estado de desarrollo y para realizar un registro de aquellas que podrían emerger. Esta información, a su vez, ayuda a determinar cuáles son los herbicidas pre-emergentes que podrían aplicarse.
2. Diseñar una estrategia integrada de control. En general, las estrategias de control se basan en el uso de uno o de muy pocos herbicidas que, utilizados en forma sistemática, simplifican las tareas de control y hacen que las malezas generen mayor resistencia. Para evitarlo, los técnicos recomiendan llevar a cabo rotaciones de cultivos, emplear variedades de rápido crecimiento en pos de acelerar el cierre del surco y sembrar cultivos de cobertura que demoren o reduzcan el nacimiento de las malezas.
3. Evitar la producción de semillas de malezas resistentes. La producción de semillas de malezas resistentes puede prevenirse con diferentes métodos a fin de evitar una fuerte presión de selección. Por su parte, las plantas que escapan a los herbicidas deben ser eliminadas, en lo posible, de manera manual y cuando el lote recién comienza a infestarse. De igual modo, con el objetivo de contener su expansión, se aconseja la correcta limpieza de vehículos, cosechadoras y otros equipos agrícolas antes de ingresar al campo.
4. Hacer rotación de cultivos. Además de mejorar la estructura y biodiversidad del suelo, la rotación disminuye la incidencia de algunas especies resistentes. Esto se debe a que el período de crecimiento de un cultivo –fecha de siembra y ciclo–, la acción de los herbicidas selectivos disponibles y la cantidad de residuos remanentes que quedan en el suelo tras la cosecha cambian entre los cultivos. Estas diferencias aportan diversidad al sistema y reducen la presión de selección que favorece la emergencia de las malezas.
5. Realizar un control químico planificado. En los últimos años, el empleo de productos de síntesis se transformó en el método de intervención más utilizado para el tratamiento contra las malezas. Al respecto, los especialistas resaltan la importancia de realizar un diagnóstico del estado de crecimiento de las malezas, ya que muchas veces las fallas en el control con insumos son consecuencia del carácter tardío de las aplicaciones.