El especialista agregó: “Si estos síntomas son generalizados en el lote (alta incidencia) el cultivo, desde ese momento, sólo pierde calidad de hojas y tallo y el grano no continúa en etapa de llenado por escasa disponibilidad de movilización de nutrientes desde las hojas a la espiga”.
Radrizzani pone el foco en la observación y el monitoreo permanente del daño en el cultivo para evaluar qué destino conviene darle. “Si el daño ocurre en etapas tempranas, se observará mucho material seco y sin panojas, en cuyo caso convendrá utilizarlo lo antes posible para no seguir perdiendo forraje verde, ya sea con pastoreo o haciendo rollos”.
“Si el daño se presenta en etapas intermedias, cuando ya se comenzó a formar la espiga, es probable que haya suficiente material verde como para picar y ensilar, pero puede ser que no se logre calidad adecuada por la escasa proporción de grano en el silo. En ese caso, también será recomendable agregar inoculante y aditivos al silo para lograr una adecuada fermentación y calidad del forraje”, detalló Alejandro Salomón, especialista en manejo del cultivo de la Agencia de Extensión Rural Río Cuarto –Córdoba– del INTA.
En cambio, “si la infección se produce en etapas avanzadas, hay que evaluar la conveniencia de hacer silo o dejarlo para cosecha de grano, según la cantidad de material verde, la cantidad de grano y el costo/beneficio del silo respecto de la cosecha de grano”, aseguró Salomón.
El problema de un lote desparejo
Este fenómeno implica que haya espigas con una madurez prematura, expuestas a las condiciones climáticas, mientras que el resto del lote aún continua el llenado de granos. En este punto, “además de las pérdidas de rendimiento asociadas a la disminución del número y peso, se debe tener en cuenta el impacto sobre la calidad e inocuidad de los granos”, señaló Ferraguti.
Desde el punto de vista de la calidad comercial, es esperable que los granos provenientes de lotes afectados por la chicharrita posean menor peso hectolítrico, mayor porcentaje del ‘Rubro Granos Dañados’ (atribuido a mayor frecuencia de granos brotados, amohosados y podridos) y, si la regulación de la cosechadora no fue adecuada, mayor porcentaje granos partidos y materias extrañas.
Además, “luego de las lluvias otoñales, las espigas con madurez prematura son más propensas al brotado de los granos y a la proliferación de podredumbres por hongos patógenos micotoxigénicos -entre los que se encuentran Fusarium verticillioides, Fusarium graminearum (Giberella), Aspergillus spp., Penicillum spp. y Stenocarpella maydis”, detalló Ferraguti.
Por esto, “recomendamos la ‘cosecha oportuna’ de los maíces de fecha tardía, en torno a 18-20 % de humedad del grano, unos 35-40 días desde madurez fisiológica”, afirmó el especialista del INTA quien repasó que en maíces de fecha tardía, la cosecha oportuna disminuye el impacto negativo de las podredumbres de espiga y sus micotoxinas, reduce riesgos por vuelco o quebrado, permite un control temprano y más barato de las malezas invernales y, por ende, no implica necesariamente reducción del resultado económico.
No obstante, las espigas con madurez prematura de los lotes afectados por las enfermedades transmitidas por la chicharrita pueden comenzar el secado hasta 15 días previos a la madurez fisiológica del resto del lote. “De acuerdo con la frecuencia de estos individuos y la sanidad de las espigas se deberá decidir si adelantar aún más la recolección”, puntualizó Ferraguti. (Inta)