Pese a las limitantes que conlleva a muchos sectores este estado de pandemia, la ganadería no solo ha seguido su marcha sino que además está mostrando ciertos giros, muy oportunos y saludables para el ciclo ganadero.
En lo que va del año, el nivel de faena muestra volúmenes superiores a los del año pasado. Con 8.072.808 animales faenados entre enero y julio, el nivel de actividad mejoró un 4,4% versus igual lapso de 2019. Tengamos en cuenta que, estacionalmente, la segunda mitad del año tiende a volcar al mercado mayor oferta de animales terminados por lo que, en este sentido, podría esperarse una tendencia sostenida en los próximos meses.
Lo interesante de este crecimiento es que, a diferencia del año pasado, se está concretando con una menor participación de hembras. De enero a julio del año pasado, el volumen faenado prácticamente se mantuvo estable respecto de igual período del 2018. Sin embargo, la participación de las hembras en esos primeros siete meses promedió el 50%, alcanzado picos de más de 52 puntos en abril del 2019. Este año el crecimiento de la faena resulta, desde este punto, más sostenible.
En los primeros siete meses la participación de hembras se redujo unos 5 puntos, promediando el 45% del total faenado. Superado el pico de casi 50 puntos alcanzado en marzo producto del resurgimiento de la demanda china, donde se temió por un nuevo boom de liquidación de la vaca, los casi 46 puntos de julio marcan una baja por segundo mes consecutivo y se ubican dentro de un rango que se estima consistente con un mantenimiento del stock. Si bien aún seguimos en niveles elevados comienza a vislumbrarse un cambio de tendencia.
En términos absolutos, en lo que va del año la faena de hembras se contrajo ligeramente en unas 52 mil cabezas. Por ende, los machos explican definitivamente la mayor faena total, aportando unos 390 mil animales más que en igual período de un año atrás. Dentro de los machos, sigue alertando el creciendo en la faena de animales más jóvenes en detrimento de los novillos cuya oferta aun no alcanza para cubrir la creciente demanda de exportación. No obstante, aquí también pareciera verse muy incipientemente un cambio de rumbo que seguramente se plasmará con mayor contundencia en los próximos meses. La faena de novillos, aunque baja, viene creciendo ininterrumpidamente a razón de 3 a 4 puntos mensuales desde febrero de este año, a pesar de las disrupciones sufridas con el mercado europeo.
Claramente existen componentes de la macro que están apoyando esta especie de ola de refugio en ganadería. El fuerte crecimiento del precio del ternero, termina derramando en una revalorización de los vientres de cría al tiempo que su venta, genera al criador la caja que hasta el año pasado no tenía y debía generar a través de la venta de vacas, muchas de ellas aún productivas. Hoy estas relaciones son muy distintas y alientan a una mayor retención de hembras.
Por otro lado, a pesar de seguir manteniendo una alta dependencia del mercado chino en cuanto a volúmenes, los valores pagados por otros mercados comienzan a consolidar muy buenos márgenes para pensar en ciclos de engorde más largos que tiendan a recomponer la categoría novillos. Los valores que se están pagando por los terneros de invernada, $140-150 vs el gordo en $100-110, más allá de ofrecer este ‘refugio’ de valor que tanto resuena, plantean relaciones de compra-venta muy poco favorables para engordes intensivos. En consecuencia y en tanto los campos lo permitan, seguiremos viendo un alargamiento de las recrías que conducirá a animales de terminaciones más pesadas. Hoy el precio pagado por el novillo pesado para exportación sigue afirmándose y vuelve a posicionarse por encima del novillito gordo con destino doméstico. La escasez estructural de oferta de novillos sumada a una exportación altamente demandante de esta categoría y un consumo doméstico debilitado, llevará a incrementar aún más esta relación en los próximos meses.
En definitiva, por un lado, la consistente caída en la faena de hembras da cuenta, al menos, de un cambio de tendencia respecto de lo visto el año pasado y por otro, el sostenido crecimiento de la faena de machos y estas incipientes señales que favorecen, luego de varios años, la producción de novillos más pesados llevan a proyectar un cambio de rumbo virtuoso para el ciclo ganadero.
Dos giros que, de consolidarse en el tiempo, nos conducirán a lograr mayor tasa de productividad, sin comprometer nuevamente la sostenibilidad del rodeo nacional.
Fuente: RosGan