El Instituto de Investigación Tecnología de Alimentos (INTA) lanzó una encuesta para recolectar información sobre los cambios de comportamientos en los consumidores durante la pandemia. Resultados preliminares arrojaron que la gran mayoría de los encuestados modificaron la modalidad habitual de compra de alimentos y adoptaron medidas preventivas para higienizarlos durante el aislamiento.
El 20 de marzo de 2020 fue decretado el aislamiento social, preventivo y obligatorio como medida para frenar la propagación del virus SARS-CoV-2, ya que las principales vías de transmisión son por contacto con personas infectadas o con superficies u objetos contaminados. En este contexto, surge la necesidad estudiar los efectos de la cuarentena sobre los diversos aspectos de la alimentación y obtener información que permita a los distintos actores de la Cadena Agroalimentaria Nacional pensar soluciones y adoptar buenas prácticas de higiene a fin de minimizar los contagios y asegurar la inocuidad de los productos.
Por esto, Carolina Maitía y Trinidad Soteras, integrantes del área de Procesamiento, Análisis Físicos y Sensoriales del Instituto Tecnología de Alimentos (ITA) –dependiente del Centro de Investigación de Agroindustria– armaron una encuesta con el fin de identificar indicios de cambios de comportamiento en los consumidores, que pudieran haberse desencadenado como consecuencia del aislamiento en relación con el abastecimiento y la conducta de consumo de comestibles.
Según Trinidad Soteras –especialista en calidad e inocuidad agroalimentaria del ITA– “el objetivo de la investigación, que continúa siendo ampliada, se centra en la comprensión de las necesidades actuales y futuras de los consumidores y se espera que sea de utilidad para toda la cadena de valor”.
La encuesta se realiza de forma anónima y la convocatoria aún se encuentra abierta para recolectar información de 1000 hogares. A partir de un informe preliminar, que incluye respuestas de 430 personas de 14 provincias del país, se resumen los principales puntos de interés.
En la mayor parte de los hogares encuestados, cerca del 85 %, se modificó la modalidad habitual de compra de alimentos por múltiples factores.
Aproximadamente el 60 % de los consumidores manifestó sufrir inconvenientes en la adquisición de determinados suministros e indicaron como principal motivo la falta de comercios de cercanía. Sin embargo, y en similar proporción, se señaló la imposibilidad o temor de salir a realizar compras, cuestiones económicas, el cierre de comercios específicos y otras causas no detalladas.
La preocupación por el contagio a través de los materiales utilizados a lo largo de la cadena de adquisición de alimentos (bolsas, envases, cajas, etc.) se vio reflejada en el 69 % de los encuestados. En un 90 % de los hogares se adoptaron medidas preventivas con respecto al acondicionamiento de las compras, destacándose como sanitizante la lavandina, seguida por el alcohol, el jabón y el detergente.
La inquietud por los alimentos como posibles vehículos del virus se manifestó en un 58 % de los encuestados, encontrándose presente en mayor medida en personas de entre 51 y 60 años. Los productos frescos para consumo sin cocción y expuestos sin envase en los puntos de venta (como frutas y hortalizas) fueron los que generaron más preocupación en este sentido.
La disminución de consumo más marcada se observó en los alimentos listos para consumir, seguidos por los productos congelados, snacks, bebidas gaseosas y jugos, frutos secos, dulces, conservas, quesos y fiambres. En referencia a comidas preparadas y listas para consumir, el 71 % admitió haber reducido su consumo, por motivos como la mayor disposición de tiempo para cocinar, el temor al contagio y económicos.
Pensar estrategias
Las inquietudes que los consumidores manifiestan en la encuesta son insumos claves para que los sistemas agroalimentarios piensen estrategias. Sería posible que estos cambios continúen acentuándose conforme vaya evolucionando el escenario local y mundial, y que las cadenas de comercialización deban adaptarse, ya sea con un nuevo esquema de logística o fortaleciéndose el comercio on-line.
El temor al contagio del SARS-CoV-2 a través de la cadena de alimentos plantea un gran desafío y el mayor impacto se observa sobre los productos frescos expuestos sin envase en los puntos de venta y los alimentos preparados listos para consumir. “Esta realidad debería ser abordada de manera racional desde varios enfoques. Se destaca la importancia de la difusión de campañas informativas y educativas sobre los alimentos y el SARS-CoV-2 que aborden integralmente el manejo adecuado de los alimentos”, recalcó Soteras.
Por otra parte, Soteras agregó que “los cuidados que hay que tener con los productos que se consumen en fresco y se comercializan sin envase son los mismos que ya deberíamos tener incorporados para evitar cualquier contaminación previa a la pandemia”.
Según los resultados preliminares, es posible esperar cambios en la forma de comercialización de frutas y hortalizas. En el caso de productos que se fraccionan y envasan, se evalúa el efecto de tecnologías no térmicas como aplicación de radiación UV, ozono, agua electroactivada y otras estrategias para asegurar la inocuidad ante la posibilidad de contaminación durante esas etapas.
Link a la encuesta