Como parte del Panel sobre investigación e innovación en bioinsumos, en la Jornada de Bioeconomía, organizada por el Diálogo Argentino Alemán sobre Innovaciones Agropecuarias Sustentables (DAAIAS) y el Diálogo Germano-Brasileño sobre Políticas Agrícolas, expertos de Argentina, Brasil y Alemania debatieron sobre los avances en la investigación y desarrollo de biopesticidas para el control de plagas en estos países.
En la jornada sobre bioeconomía, organizada por el Diálogo Argentino Alemán sobre Innovaciones Agropecuarias Sustentables (DAAIAS) y el Diálogo Germano-Brasileño sobre Políticas Agrícolas, el pasado 3 de julio tuvo lugar un bloque sobre biopesticidas.
En este espacio, moderado por Marnix Doorn, líder de DAAIAS, participaron el Dr. Diego Sauka, Investigador Principal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA); el Dr. Cristiano Menezes, Investigador Principal de la Corporación Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) y el Dr. Johannes A. Jehle, Director del Instituto de Protección Biológica de las Plantas Julius Kühn Institut (JKI).
Al inicio del Panel, el Dr. Sauka explicó que actualmente en el país hay bioinsumos utilizados para el control biológico de plagas en base a microorganismos que se producen a través de la fermentación en sustratos sólidos y líquidos o a través de la multiplicación en vivo, así como también los entomófagos y parasitoides.
“Hay 35 líneas de investigación y desarrollo en diferentes etapas de avance. El foco de estas líneas de investigación son diferentes biopesticidas y aplicaciones y se trabaja en base a diferentes agentes de control biológico clasificados en orden de importancia como bacterias, hongos, artrópodos, virus y nemátodos”, señaló el investigador del INTA.
Si bien Sauka destacó que “hay un importante interés en utilizar agroquímicos más amigables con el medio ambiente, para cumplir con las normas de calidad de los mercados internacionales y las normas generales del país”, en la realidad, “los productos para control biológico de plagas son pocos”.
Según afirmó, “uno de los principales desafíos observados en nuestro sistema científico y tecnológico tiene que ver con la transferencia de desarrollos al sector productivo. Hay una insuficiente colaboración y alianzas entre instituciones científicas y empresas del sector productivo que impiden la implementación exitosa de innovaciones en áreas de biopesticidas”.
Por su parte, Cristiano Menezes destacó el Programa de Bioinsumos de Brasil lanzado en 2020, que “es un programa del Gobierno para estimular el uso y la adopción de los bioinsumos en general”.
Según explicó el brasileño, “durante décadas se desarrolló todo tipo de conocimiento en bioinsumos, pero la mayor parte de esto quedaba en el sector académico, en las universidades, no llegábamos al campo, no había productos que fueran lanzados al mercado”
Dos hitos cambiaron este panorama. “En primer lugar se cambió el sistema de registración en el 2006-2007. Se cambió la forma en la que los biopesticidas podían registrarse y este fue un punto clave en la historia”, afirmó Menezes, al tiempo que destacó el segundo cambio: “Se creó un grupo de compañías que ya estaban trabajando en Brasil con los bioinsumos para generar una asociación y entonces discutir qué había que hacer para que los bioinsumos llegaran al campo”.
“El Programa brasileño vinculó cuatro actores fundamentales: autoridades de reglamentación gubernamental, que era un factor clave que afectaba la velocidad en la que estos productos llegaban al mercado; la investigación de las universidades y los institutos de ciencia; la industria y compañías privadas que producían estos insumos y a los productores que también participaban”, subrayó Menezes y contó que se registraron más de 580 biopesticidas en Brasil.
Por último, el alemán Johannes A. Jehle, explicó las diferencias que hay entre el país europeo frente a la Argentina y Brasil, no sólo por las características productivas sino también en el marco regulatorio, ya que las reglas se fijan bajo la administración de la Unión Europea.
“Una de esas importantes diferencias, no sólo por la extensión del territorio de Alemania, es que aquí (por Brasil y Argentina) se utilizan bioinsumos más que nada para cultivos como soja u otros extensivos. En cambio, en Alemania, otros cultivos como frutas y verduras ocupan el 85% de la superficie cultivada, porque nuestra alimentación está basada en menos carne”, informó.
Otra de las grandes diferencias que marcó el profesor alemán es que, según los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Unión Europea, no hay diferenciación entre los pesticidas químicos y los biológicos. “El objetivo es bajar el uso de estos productos, no importa cómo estén hechos”.
“Obviamente el control biológico también incluye el uso de microorganismos, que por el momento no está reglamentado a nivel europeo, sino que es nada más que a nivel local”, amplió.
Y finalizó: “Muchas veces hablamos de los biológicos y se espera que funcionen igual que los productos químicos, pero esto no es así. Los sistemas actuales de cultivo se desarrollaron en el contexto de la disponibilidad de los productos químicos. Ahora si queremos reducir el uso de productos químicos o eliminarlos, debemos cambiar el sistema de cultivos”.