Compensan los rendimientos obtenidos en nuestro país, aunque con una exportación condicionada por el caudal del Río Paraná
La formación del precio de los granos ya está inmersa en lo que comúnmente denominamos “mercado climático” estadounidense, considerando el período en el que los cultivos están definiendo su rendimiento. Se refiere a las semanas de mayor consumo hídrico para un adecuado crecimiento y las variables meteorológicas adquieren mayor protagonismo. Pronósticos, acumulados, temperaturas, reservas de humedad, sumado a la evolución fenológica de los cultivos, pasan a ser elementos centrales en los mercados agrícolas.
La volatilidad se vio exacerbada en las últimas cuatro semanas, frente a cambios que han ido manifestándose, ajustando las expectativas de oferta y demanda, fundamentalmente en EE.UU. En los últimos días de junio y primera quincena de este mes, los registros pluviómetros han sido más generosos en la franja centro – sudeste del Medio – Oeste, más precisamente sobre Misuri, Illinois, Indiana, Ohio y Kentucky, permitiendo un desarrollo vegetativo adecuado, tanto para soja como para maíz.
Sin embargo, en la medida que nos desplazamos más hacia el oeste agrícola, más aún si nos adentramos en las planicies, las lluvias se han tornado más escasas e irregulares. El panorama agronómico fue agravándose para los cuadros de trigo primaveral, el más afectado por su localización. De hecho, desde el Servicio Meteorológico de EE.UU. se estima que el 98% de los lotes padece algún grado de sequía, contrastándose con el maíz y la soja, que indican un 36% y 31% respectivamente. En estos dos últimos, mostraron una disminución de 2 puntos respecto a la medición anterior.
En estas circunstancias, se recomponen los precios operados en CME frente a las previsiones de un clima más cálido y seco, instalado para las últimas dos semanas de julio. La soja volvió a posicionarse arriba de los 535 U$S/tn, niveles que no se apreciaban en algo más de un mes. No obstante, parte de las subas respondió a la recuperación de los aceites vegetales (el derivado de soja sobrepasó los 1.500 U$S/tn) y aparece en escena el cultivo de colza en Canadá, principal insumo para la producción de aceites en ese país, que está padeciendo ciertas complicaciones.
Además, no debemos omitir la interacción de agentes ajenos a la cadena agroindustrial, especialmente en la operatoria CME. La aceleración de la inflación estadounidense y la mera idea de que la Reserva Federal (FED) sostenga su política monetaria expansiva, desvía un flujo de dinero hacia el segmento de commodities. El IPC marcó un alza del 0,9% durante junio y elevó la variación interanual al 5,4%, superando el 4,9% anticipado por los privados. Desde la autoridad monetaria señalan que la suba del IPC es de carácter estacional y no desactivarán los planes de estímulo, continuando con su programa de compra de bonos para asegurar liquidez a la economía norteamericana.
Si nos abocamos al mercado de maíz, cobra fluidez la cosecha sudamericana 2020/21 relativa a los planteos tardíos y de segunda. Los resultados que está arrojando la safrinha brasileña ratifican el deterioro sufrido en las etapas críticas, a lo que se suman los efectos de la ola polar en cultivos que aún estaban polinizando. Mato Grosso es el estado con mayores progresos y es el menos afectado por las adversidades climáticas. En cambio, Mato Grosso do Sul y particularmente Paraná, están corroborando pérdidas de hasta un 60% en determinadas zonas. Los cálculos privados señalan que la safrinha no alcanzaría las 60 mill.tn. a nivel nacional frente a las 75 mill.tn. obtenidas el ciclo precedente.
La escasez de grano disponible en el país vecino y la necesidad de los consumos genera una mayor puja con los exportadores, impulsando las primas para entregas inmediatas y plazos cortos. A modo de ejemplo, por embarques en agosto, se negocia un plus de 14 U$S/tn por sobre la posición septiembre en CME, frente a los 6 U$S/tn operados una semana atrás. Incluso productores avícolas y porcinos estuvieron pactando una serie de importaciones de orígenes argentinos. En base al último cronograma de embarques, unas 12.000 tn. se estarán despachando desde Punta Alvear con destino a Brasil.
El panorama productivo luce más atractivo en nuestro país, con una cosecha que toma impulso y con rendimientos satisfactorios en Córdoba, las provincias norteñas y determinados sectores de Buenos Aires y La Pampa. También se pone de manifiesto el corrimiento del ciclo del cultivo derivado del atraso de las labores de siembra a fin de año. En junio, las máquinas cosechadoras levantaron unas 7,90 mill.tn. contra las 11,50 mill.tn. obtenidas en igual mes del 2020. La dinámica cambia a partir de este mes que, durante la primera quincena, se recolectaron 4,90 mill.tn. superando a las 3,50 mill.tn. registradas el año pasado.
Contemplando las hectáreas pendientes, calculamos un volumen por trillar de ahora en delante de entre 17 – 20 mill.tn. triplicando el registro de la campaña anterior, desde mediados de julio en adelante. Esto inevitablemente repercute en la distribución logística de esta cosecha que, además, se ve intercedida en las terminales del Up-River por la extrema bajante del Río Paraná. La exportación afronta un alza en sus costos por la reducción obligada del tonelaje de carga, haciendo que los buques lleguen a destino con menos mercadería.
Otros barcos de mayor capacidad deben recurrir a otros puertos, como los localizados en el sur de Buenos Aires, para llenar sus bodegas y poder completarse. Esta situación ha derivado en una mayor necesidad de originación en las terminales del sur, principalmente Bahía Blanca, ampliando el diferencial de precios FAS respecto al grano puesto en el Up-River. Dicho plus creció a 32 U$S/tn si consideramos los precios publicados por las Cámaras Arbitrales de Cereales correspondientes, mientras que un mes atrás este spread arrojaba unos 14 U$S/tn.
Autor: Eugenio Irazuegui , Responsable de Research de Enrique R. Zeni y CIA