Fue desarrollado a finales de los 90 por Ingo Potrykus (Profesor Emérito del Instituto de Tecnología Suizo) y Peter Beyer (Profesor de Biología Molecular de la Universidad de Freiburg, Alemania). El betacaroteno es el que le provee el color dorado que da origen a su nombre y para introducir en el arroz la capacidad de producirlo se utilizó un gen del maíz.
Tiene una importancia fundamental a nivel social ya que ayuda a resolver el problema de la deficiencia de vitamina A (DVA) que afecta a los países del tercer mundo, donde se alimentan a base de arroz. El arroz es el alimento principal de más de 3 mil millones de personas, siendo la mayor fuente de hidratos de carbono y de proteínas en países del sudeste asiático y África. La DVA incide directamente en la supervivencia, es una de las principales causas de ceguera y afecta la capacidad de aprendizaje, impactando más gravemente sobre niños pequeños y mujeres embarazadas. Esto se traduce en 125 millones de personas con DVA, de las cuales 1 a 2 millones mueren por esta causa y 250 a 500 mil resultan en casos de ceguera irreversible anuales, con mayoría de niños (datos Organización Mundial de la Salud – OMS).
Para desarrollar el arroz dorado fueron utilizadas una gran cantidad de patentes. Esto representó un problema, ya que el fin era donarlo a los países que lo necesitaran para solucionar sus problemas de DVA. Finalmente las empresas implicadas en el desarrollo otorgaron libertad de licencias para que se pudiera utilizar en aquellos lugares que realmente lo necesitan. El proyecto del arroz dorado aspira a que los agricultores de los países subdesarrollados puedan obtener las semillas sin costo.
El arroz dorado viene siendo estudiado por el Instituto Internacional del Arroz (IRRI). El IRRI es el centro de investigación de arroz más importante del mundo y su sede se encuentra Los Baños, Filipinas. El camino hasta llegar a la autorización comercial lleva mucho tiempo de pruebas y evaluación de datos. Para probar la seguridad de los OGMs de acuerdo a los estándares internacionales se requieren una serie de trabajos muy estrictos.
Sin embargo, una vez superados los problemas legales y científicos, el arroz dorado se topó con organizaciones pseudo ambientalistas anti-transgénicos que se oponen al proyecto. En Filipinas, donde se realizaban los estudios de investigación, en agosto de 2013 una banda de manifestantes destruyó uno de los cinco campos de arroz que estaban en estudio, aumentando los obstáculos al proyecto. Al no dar razones claras o alternativas viables estos ambientalistas esconden una agenda política que nada tiene que ver con razones ambientales o de salud humana.
En el año 2010, la Comisión Europea, tras examinar 25 años de investigaciones sobre organismos genéticamente modificados, llegó a la conclusión de que “hoy en día no existe evidencia científica que asocie a los OGMs con mayores riesgos para el medio ambiente o para la seguridad de los alimentos y forrajes en comparación con las plantas y organismos convencionales”. Hay más de 120 mil hectáreas sembradas con cultivos genéticamente modificados en 23 países distintos y ninguna de las desastrosas consecuencias que predecían los ambientalistas ocurrió.
El británico Mark Lynas, antes adversario de la tecnología genética, está convencido de las ventajas del arroz dorado: “En el debate sobre la tecnología genética siempre hay teorías de conspiración. Los adversarios tratan de comprobar que todo es un complot de la industria malvada. La realidad es que el arroz dorado es un bien público y es costeado con fondos estatales”.
Patrick Moore, cofundador de Greenpeace, ha denunciado que la resistencia al arroz dorado ha podido causar unos 8 millones de muertes evitables. Pese a que los ecologistas propugnan “verdaderas soluciones” como “promover la creación de huertos familiares “, Moore les acusa de desoír a los “científicos y humanitarios que trabajan en el campo de las deficiencias nutricionales” y que están a favor del arroz dorado.
Hoy en día el arroz dorado todavía no ha llegado a los campos de los agricultores. Esto se debe a que existe una excesiva regulación sobre los cultivos transgénicos. Sin embargo, en poco tiempo llegará a las Filipinas. Luego se espera que llegue a Bangladesh e Indonesia. Tras más de una década de investigaciones, Bangladesh y Filipinas ultiman los requisitos para la comercialización del arroz dorado. Pero la espera fue demasiado larga y se cobró una gran cantidad de vidas.