El clima ha jugado en contra, sobre todo en el último ciclo en una vasta área. Con una tercera Niña, que cada vez muestra mayores señales de ser moderada y no leve, lo que se quiere evitar es revivir el desastre del año pasado: rindes de 50 quintales y cuadros pastoreados cuando se había invertido para superar los 120 qq/ha. En Cañada de Gómez lo explican así: “la falta de agua, el impacto de la última campaña de maíz y una difícil coyuntura política económica condicionan la tecnología que se va aplicar en esta campaña. El objetivo es producir para cubrir los costos de base (costos de indiferencia) en vez de buscar el mayor potencial posible.
El primer ajuste está en la fertilización nitrogenada. El ajuste es de un 30%. El que aplicaba 320 kg de urea por hectárea, esta vez aplicará 200 o 250 kg. También se va a justar bajando la densidad de siembra, explican. Otro punto son los híbridos, este año se buscan que sean más estables frente a los de punta de máximo potencial”. En Bigand esperan una fuerte caída del maíz temprano, y un aumento de hasta el 50% de la superficie de maíz tardío respecto al año pasado. “Y mucha más soja”, agregan. En Pergamino y Colon también habría un fuerte pase de siembras tempranas a tardías en maíz y estiman una caída del 20% en la superficie del temprano. En Corral de Bustos, en lotes de alto potencial (130 a 150 qq/ha) apuntarán a 110 o 120 qq/ha. En lotes con potencial debajo de los 100 qq/ha pasaran a siembras de diciembre o bajaran la densidad. “El año pasado la relación temprano/tardío zonal fue de 90/10. Hoy ya hablamos de un 60/40 o 70/30”, señalan los técnicos.
Sin efecto napa y con los suelos en rojo en el 65% de la región núcleo y en todo Córdoba, Santiago del Estero y Chaco
Aparte de que las reservas son mínimas en el primer metro del suelo, las napas están más bajas que el año pasado y es otro factor que amenaza al maíz. “Son muy pocos los lotes que contarán con su aporte para la gruesa”, dicen en Corral de Bustos, una zona que siempre ha tenido un plus en los rindes por la cercanías del agua subterránea. Todos los técnicos coinciden en que “hoy están al menos un par de metros por debajo de lo normal”.
Fuente: GEA