Los proyectos beneficiados podrán utilizar el financiamiento para avanzar en el desarrollo de etapas pre competitivas, agregar valor y reducir el riesgo cuando se encuentren cercanos a la transferencia. El objetivo es profundizar su impacto en el Sistema Agroalimentario, Agroproductivo y Agroindustrial (SAAA) y propiciar el surgimiento de una industria tecnológica.
“En este primer llamado del Fondo de Valorización Tecnológica (FVT) se invertirán 7 millones de pesos”, señaló Germán Linzer, gerente de Propiedad Intelectual y Valorización de Tecnologías de la Dirección Nacional Asistente de Vinculación Tecnológica y Relaciones Institucionales (DNA VTyRI) del INTA.
“En 2019 abriremos una nueva convocatoria”, indicó Linzer quien destacó que “el fondo es toda una novedad a nivel de planificación institucional y de inversión en ciencia y tecnología”.
El enfoque de los proyectos que “priorizan las capacidades de transferencia, la competitividad en mercados y la potencialidad para el surgimiento de nuevos emprendimientos asociativos de impacto en cadenas, sectores e industrias, no tiene antecedentes en el sistema científico argentino”, reconoció Linzer.
El FVT fue reorientado para funcionar como capital inicial o semilla en proyectos institucionales. Esencialmente se trata de apuntar a una etapa de maduración avanzada de los proyectos para facilitar la transferencia, para lo cual el fondo cuenta con dos modalidades: una que distribuye hasta 350 mil pesos, y otra que va desde los 350 mil hasta un millón y medio de pesos.
En un lapso de hasta tres años, los fondos podrán emplearse para la prestación de un servicio, concluir un producto o superar las etapas de riesgo que le permitan al equipo de investigadores o técnicos maximizar las condiciones de transferencia con una empresa.
De esta manera, “implica un esfuerzo de gestión para bajar el riesgo tecnológico y elevar el precio de la transferencia”, indicó Linzer.
Innovación en financiamiento de proyectos
Lo importante de esta herramienta es que “modifica el enfoque de investigación en aquellas líneas de trabajo destinadas a la transferencia de tecnología mediante herramientas de vinculación tecnológica”, indicó Gabriela Risso, responsable de la gestión del primer llamado del FVT.
“El investigador con este tipo de orientación, además de su compromiso con la carrera científica y con el resultado alcanzado en el laboratorio, avanza en instancias precompetitivas, lo cual le permite sumar nuevas perspectivas a su enfoque de investigación”, comentó.
Según Linzer, el INTA busca generar aptitudes de acuerdo a un perfil especializado de investigador que logre aportar desarrollos. “Se trata de alguien que pueda ver los resultados desde una perspectiva competitiva, que reconozca quiénes son los interesados en el tema, y que defina estrategias para llevarlo adelante”, puntualizó.
En esta primera convocatoria del fondo, al que se presentaron técnicos e investigadores del INTA de todas las regiones del país, se busca “capitalizar la inversión y el nuevo conocimiento al cubrir una etapa particular del desarrollo para algún caso puntual de proyectos”, indicó Linzer.
Entre las 15 líneas priorizadas se encuentran, entre otras: un producto biológico para manejo de enfermedades en cultivo de arroz, el desarrollo de una cosechadora autopropulsada de semillas pilosas forrajeras, la generación de nanoanticuerpos conjugados a peroxidasa de soja, el prototipo para la poscosecha de comino y otras aromáticas, y variedades de papa editadas con mayor calidad industrial y nutricional.
Las 167 propuestas presentadas correspondieron a las siguientes orientaciones temáticas: variedades vegetales (26), herramientas digitales (21), diagnóstico animal (18), salud animal (15), maquinaria agrícola-frutihortícola (13), bioinsumos (11) y ganadería y cría animal (10), entre las principales.
Para acceder al financiamiento cada uno de los proyectos tuvo que atravesar cuatro etapas de selección, consistentes en: evaluación técnica; económica y de propiedad intelectual; priorización de la comisión evaluadora -integrada por referentes del INTA y externos-; y, por último, una revisión de la Dirección Nacional.
“Se trató de un proceso transversal en el que se sumaron los esfuerzos de distintas áreas del INTA, como también de expertos que evaluaron las propuestas”, destacó Risso.
El fondo, enmarcado en la política y normativa de vinculación tecnológica que responde a los objetivos institucionales, propuesta por la Dirección Nacional y a cargo de la DNA VTyRI, con la administración de fondos por parte de INTeA S.A., está constituido con una parte de las regalías que son el resultado de convenios de investigación y desarrollo y de transferencia de tecnología.