Por: Michael N. Peterson
Aún antes de la entrada de Donald Trump al escenario político en el verano de 2015, sucedía una erupción social y política, no solamente en los Estados Unidos sino también alrededor del mundo. Un achaque silencioso entre muchos que se sintieron abandonados por el establishment político, se transformó en una seria y persistente enfermedad que sigue sin ser abatida. El Iliberalismo surgió del miedo y la desilusión entre las “clases olvidadas” y se ha esparcido en países de todo el mundo.
Pero hay una tendencia paralela que en gran medida ha sido pasada por alto, en parte ocurre en países menos desarrollados y en parte porque el surgimiento de una resistencia libertaria no es glamurosa o notable como los impulsos iliberales que se apoderan de países como Hungría, Polonia, y por supuesto, los Estados Unidos.
Así como la pasarela de moda populista contonea su andanza iliberal en el escenario principal de la narrativa popular, existe un movimiento libertario menos publicitado desarrollándose tras bambalinas, particularmente en Latinoamérica. Yo veo este movimiento paralelo como una respuesta sana a la ola del descontento populista a través de sus llamados por menos proteccionismo, más inmigración, un achicado estado de bienestar, y menos regulaciones.
Por ejemplo, en 2015 Brasil experimentó un ajuste de cuentas político. Jóvenes activistas libertarios lideraron la resistencia para expulsar a la corrupta expresidenta Dilma Rousseff. El Movimiento Brasil Libre (MBL) se fundó en 2014 por jóvenes activistas atrincherados en la tradición liberal clásica y hartos con la arraigada corrupción de Brasil, notablemente manifiesta en el deshonroso régimen de Rousseff, pero también visibles en el gobierno de su sucesor Michel Temer, y aún con el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
El MBL representa un cambio cultural arraigándose en Latinoamérica, iniciado por jóvenes esperanzados buscando un mundo más libre. Aunque no del todo convencional, los jóvenes brasileños que claman por mercados libres y un estado más pequeño han hecho la diferencia, evidente en la exitosa destitución de Rousseff y en el renovado interés por las reformas económicas. Lamentablemente, el impulso autoritario continúa abrumando al país, apoyado por una amplia red de instituciones corruptas que pretenden incorporar las necesidades de sus miembros.
En Venezuela, organizaciones libertarias respaldan a líderes de oposición como María Corina Machado, quien ha trabajado cansadamente para destituir a Nicolás Maduro, el dictador de Venezuela, y restaurar el país hacia la democracia. Aunque los números son difíciles de encontrar, varios grupos y organizaciones se están afirmando para combatir el elevado grado de apatía política entre muchos jóvenes venezolanos.
Como en muchos regímenes autoritarios, es difícil señalar a la lucha por la libertad en el mapa político, pero una vez que sondeas los sentimientos y observas lo intentos de reforma detrás de escena, el ascenso de una actitud libertaria no parece estar lejos de la realidad.
La imaginación libertaria también es capturada en Honduras, donde varias Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE’s) están tomando forma. En esencia, las ZEDE’s son zonas semiautónomas ¨libres de adoptar sus propios sistemas tributarios y regímenes legales.¨
De acuerdo con Ryan Berg y Henry Ziemer del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), “las ZEDE´s tienen el poder para proveer sus propios servicios civiles, incluyendo vivienda, servicios básicos, y seguridad.” La promesa de las ZEDE´s recae en la libertad de los inversionistas para establecer no solo su propio capital y mano de obra, sino también comunidades individualizadas que operan bajo un marco que incentiva el emprendimiento.
Sin embargo, los intentos recientes del gobierno hondureño para reducir la presencia de las ZEDE’s, probablemente reduzcan la inversión extranjera e incrementen la incertidumbre empresarial. A pesar de estos llamados para eliminar las ciudades modelo en Honduras, el gobierno tendrá un largo camino por recorrer, y la meta de establecer regiones autónomas en el país no ha declinado.
En una reciente encuesta de Gallup, cuando se les preguntó a los hondureños si aceptarían un trabajo en una ZEDE, el 70 por ciento de los encuestados respondieron favorablemente. En otras palabras, muchos hondureños prefieren que existan las ZEDE’s por sus beneficios económicos, a pesar de la información mediática al contrario.
Finalmente, tenemos a la Argentina. Superficialmente el caso de Argentina pareciera atípico, pero algo más profundo y visceral ha cautivado a los argentinos y ha instigado un movimiento libertario. Dirigido por el excéntrico y carismático economista libertario, Javier Milei, el libre mercado, el individualismo, y el énfasis en el estado de derecho se están remarcando para incluir un elemento humanístico que habla de la experiencia cotidiana de los argentinos que enfrentan alta inflación y tasas de pobreza que han superado el 40 por ciento.
Apodado por el Washington Post como el posible próximo presidente de Argentina, Milei galvaniza a los argentinos a través de sus discursos enfáticos defendiendo la propiedad privada, reducir el déficit fiscal, y eliminar el banco central del país. Él incluso rifa su propio salario, una movida que llama justa al regresar al pagador de impuestos el dinero que le fue robado por la casta política.
Es verdad que Milei ha capitalizado la exasperación de los argentinos hacia la élite política, pero es igual de cierto que están atraídos a los principios de una sociedad libre, ideas que son resaltadas en los propios libros de Milei Libertad, Libertad, Libertad y El Camino del Libertario.
La explosión de apoyo hacia ideas libertarias no solo se encuentra en los libros y apariciones públicas de Milei, sino también en el éxito relativo de la coalición libertaria Avanza Libertad, que recientemente ganó dos lugares en el Senado en la elección legislativa del 2021.
Aún más impactante es cuántos votantes salieron en favor de los libertarios, de algunos vecindarios con los menores ingresos de Buenos Aires. Claramente, el impacto de los principios libertarios es más fuerte donde más se sienten las consecuencias de la incompetencia gubernamental.
Por cada caso de populismo nacional que abre su camino hasta la cima de los titulares, existen brillantes focos de reacciones libertarias – estallidos de apoyo a las ideas de una sociedad libre y buena. Latinoamérica tiene una larga y tortuosa historia con políticas socialistas tanto antiguas como nuevas, pero también busca practicar las ideas de una sociedad libre mediante la experimentación en todas las formas de vida.
La ascendencia de think tanks de libre mercado en América Latina, las valientes exigencias de libre expresión en países como Venezuela y Cuba, y el desafío político y económico contra los gobiernos demasiado grandes desde México hasta Argentina, expresan la intuición libertaria que desmarca a la sociedad libre de una sociedad cerrada. Después de todo, como recientemente declaró Francis Fukuyama en el Financial Times, “El liberalismo se valora más cuando la mayoría de las personas viven en un mundo iliberal.” Esto es especialmente cierto para América Latina.
Traducción al español: Rodrigo Hernández Mijares y José Carlos Torres