La generación Y nació entre 1980 y 1995, muestran otra relación con el trabajo, sin miedo a perderlo, y pretenden disfrutar más de la vida sin agotarse en las responsabilidades. En este sentido, una encuesta de Deloitte, marca que el 47,5% de estos jóvenes sólo piensa en quedarse entre 6 meses y dos años en una empresa, mientras que el 23,9% supone no cambiar su trabajo sólo por 3 o 4 años. En Argentina, una encuesta de Adecco, marca que más del 50% de los ejecutivos de Recursos Humanos entiende que contratar a los Y es una prioridad.
Por su parte, la edición de mayo de la revista Time los define como un grupo egocéntrico, sacándose fotos para subirlas a las redes sociales, narcisistas, vagos, ya que el 40% no quiere un trabajo con grandes responsabilidades. A su vez, estiman que deberían ser promovidos cada dos años. En muchos casos no le interesa, “hacer carrera”, respondiendo a un cuestionamiento del propio modelo de éxito. Desde su propia visión, el informe de Deloitte afirma que el 62% se describen como innovadores, pero sólo el 26% siente que los líderes hacen lo suficiente para fomentar esto. . Cuando se les pregunta qué los estimula a proponer nuevas ideas y a participar en iniciativas innovadoras, el 53,5% dice que una cultura que valora y mide las contribuciones. Sólo el 28,% habla de retribuciones o incentivos monetarios.
“No toleran que el trabajo sea fuente de infelicidad -dice Javier Casas Rúa, CEO de PwC, una compañía que en 2016 tendrá 80% de su fuerza laboral Y-. No están dispuestos a hacer enormes sacrificios por la empresa en desmedro de su vida personal.”
Desde lo personal, los Y entre 18 y 29 años, viven más con sus padres que en pareja, según un informe de la universidad de Clark, porque entienden que les da más libertad a la hora de decidir dejar su trabajo.
No es fácil la forma de interpretar el pensamiento que es sumamente antagónico al de generaciones anteriores. Alejandro Mascó, transcribe en su libro una anécdota de Tamara Erickson, coautora de Workforce Crisis: “Tuve una conversación con el director general de Finanzas de una gran empresa de Nueva York. Me comentó: “No puedo encontrar a quien contratar dispuesto a trabajar 60 horas por semana. ¿Puedes hablar con ellos?. Y yo le dije: “Por qué no empiezo hablando contigo? Lo que ellos está diciendo en realidad es que lamentan que te lleve tanto tiempo terminar tu trabajo”.
Según la encuesta de Deloitte entre jóvenes que trabajan en las empresas del ranking Fortune 500, 63,5% las eligió por las oportunidades de desarrollo y crecimiento; para 49,8% fueron los salarios y beneficios; sólo 7,9% indicó la estabilidad y seguridad; el 47% habló de la reputación de la empresa, donde hay gran énfasis en su responsabilidad social y con el medio ambiente, y para el 34,5% fue la ubicación geográfica.
Pero ahora también comienzan a darse algunas paradojas, como explica Andrea Ávila, directora de la consultora Randstad. “Ya hay algunos Y que son jefes. Entonces ocurre algo interesante. Están los que siguen fieles a su ideología, y aquellos que se vuelven rígidos, justamente lo contrario de lo que combatían cuando recién empezaban.”
Ávila cree que, en realidad, ya hay que preocuparse por los que vienen. Se trata de la Generación Z, quienes hoy tienen 17 años, que prácticamente nacieron con los dispositivos touch y que presentan otro tipo de desafíos ya que su manera de trabajar y de divertirse van de la mano. Además, tienen la capacidad de hacer varias cosas al mismo tiempo: los deberes, ver televisión, escuchar música, jugar a través de alguna aplicación, subir fotos a Facebook.
Los tiempos cambian, los jóvenes tienen otro enfoque, pero será fundamental el rol que cumplan los jefes para adaptarse a esto, como también las unidades de RRHH. ¿Cambia la forma de trabajar, cambian las oficinas o es solo una tendencia temporal?
Fuente: La Nación, informes, ON24