La nueva resolución del Instituto Nacional de Vitivinicultura que autoriza a comerciar el producto en recipientes de acero inoxidable, genera algunas posiciones al menos escépticas sobre el real impacto que tendrá en el mercado. Ocurre que la medida, tomada para contrarrestar la caída del consumo, desafiará seguramente un nuevo público con paladares menos exigentes.
Para el periodista Augusto Saracco, especializado en vinos, gastronomía y life style, la disposición sólo puede apuntar a vinos de consumo masivo: “Esto no es para vinos de guarda, vinos de alta gama, podría funcionar con vinos freezantes que tienen cierta cuota de gas”.
Conocedor del mercado bodeguero como pocos, con el que trabaja intensamente para armar todos los años Alta Gama, la feria de vinos más importante del interior del país, Saracco relativiza el peso de la recesión en la caída del consumo, responsabilizando a las bodegas por desatender el mercado interno, entre otros errores, con una mala comunicación: “se habló con un lenguaje que la gente no entiende, utilizan descriptores en sus etiquetas con calificativos ‘raros’ para describir un vino”, se refería así el especialista a la adjetivación excéntrica utilizada por las bodegas: redondo, extrovertido, vertical, con un toque de caucho o cuero, entre otras rarezas literarias.
“Si en Mendoza, la octava capital mundial del vino, se toma cerveza en sus restaurantes, si la cerveza también ganó en Mendoza, es porque no hicieron bien las cosas. Tal vez se enfocaron en exportar desatendiendo el mercado local. No puede ser que no exista una copa de vino a $40, me parece que falta creatividad”.
En cuanto a las nuevas latas de consumo individual, Saracco confía en la aceptación de un público joven, por debajo de los 30 años: “Cuando ya superás esa edad, te encontrás con los que disfrutan descorchar una botella para celebrar alguna ocasión o disfrutar un buen momento”, finalizó.