Matías Gorosito (39) es rosarino y según sus propias palabras “de Duendes a morir”.
Su vida, siempre marcada por el rugby, encontró una bisagra el 18 de marzo de este año, cuando quedó a metros del famoso atentado al Museo Nacional Bardo en la ciudad africana de Túnez.
La historia comienza cuando el ex Presidente de Duendes, actual Director Ejecutivo de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario, emprende un viaje a Turín –Italia- para una capacitación. Aprovechando su estancia en Europa, toma un crucero por el Mediterráneo, cuyo punto de partida era el puerto de Cittá Vecchia a 80 km de Roma.
Junto con el contingente Gorosito aprovecha a recorrer la Ciudad del Vaticano, donde llega demorado a encontrarse con el grupo y debe tomar un taxi para alcanzar el barco antes de su partida.
“Estaba indignado porque me habían dejado. El próximo destino fue Tunez así que decidí recorrer la ciudad por mi cuenta. En verdad iba al mismo lugar que el resto de mi grupo turístico, pero quise ir por las mías”.
Con mochila al hombro y mapa en mano el ejecutivo comienza a descubrir una sociedad diferente. “Tunez es una ciudad pesada con una mezcla de etnias muy interesante. Llegué a un centro de calles angostas y serpenteantes, con un local al lado del otro donde te quieren vender y si no les comprás se ofenden. En Tunez nada tiene precio, todo se negocia”.
Ya completando el recorrido, el directivo de la asociación metalúrgica se acerca al Museo Bardo donde comienza a ver las caras conocidas de sus compañeros de barco.
“Me puse en la cola, el museo estaba repleto de gente. De pronto el cocinero del barco me reconoce y nos ponemos a hablar. Como buen tunecino, el cocinero también tenía locales comerciales y viendo la cantidad de gente que estaba delante de mí para entrar al museo, me convenció para ir a conocerlos. En el local había fotos del cocinero abrazo a Carlos Menem, me quería vender algo mientras me contaba la historia en detalle de su ciudad. En ese momento escuchamos disparos. Yo no me sorprendí, ya había visto una ciudad militarizada, con tanques y embajadas rodeadas por vayas de alambre. Pero veo que la gente comenzó a alarmarse, entonces decido tomar un taxi y regresar al barco. Ya en mi camarote enciendo el televisor y me entero de qué se trataban esos disparos.
Ese día se trataba en el parlamento la Ley Anti terrorista. Cinco hombres armados fueron descubiertos cuando intentaban atentar contra el edificio público, se abrió un fuego cruzado y los terroristas huyeron dirigiéndose al Museo Nacional Bardo donde dispararon a un colectivo lleno de turistas y también lo hicieron dentro del museo.
El saldo fue de 28 muertos, 14 de los cuales eran mis compañeros de viaje”, relata Gorosito todavía conmocionado con su historia.
“Al tiempo llegaron al barco camillas con heridos, el capitán luego pasó la lista de los fallecidos y tuvimos que esperar en puerto al aguardo de gente desaparecida. Recuerdo el caso de una pareja de españoles, ella embarazada de 3 meses, que se encontraban en el museo durante el atentado y quedaron escondidos en una salita toda la noche. También recuerdo a una pareja que cumplía 50 años de casados, sus hijos les regalaron este crucero y fueron asesinados en aquella masacre.
El ejecutivo admite que lo vivido le cambió la vida: “Me salvó el cocinero”.
REDACCION ON24