Los taxistas rosarinos pusieron el grito en el cielo, y con razón. En agosto se vencen 500 licencias de taxis y la renovación les costará 125 mil pesos. Un monto –según dicen- que pocos podrán afrontar en medio de un marcado desfasaje de costos y precios, y caída de la actividad.
Lo cierto es que los taxis en Rosario son más caros que en Córdoba y Buenos Aires, pero aún así los trabajadores del sector afirman que los números “no cierran”. ¿Por qué? Quizás los 125 mil pesos de renovación de las licencias sirven de muestra. Un sector súper regulado que no ofrece la calidad ni la cantidad de unidades que debería ofrecer, con seguridad deficiente e infraestructura llena de obstáculos, y encima, caro. Una ecuación poco favorable para taxistas y usuarios.
Lo cierto es que a la hora de plantear soluciones, los sacrificios los hacen todos los actores menos la Municipalidad, que cobra por la habilitación de un servicio sin otorgar ninguna contraprestación observable. La soga aprieta el cuello pero los impuestos no se tocan, el precio de las licencias tampoco.
Así las cosas, cuando llega alguna empresa que puede brindar un servicio mejor por fuera de esa maraña de ineficiencia, se la cuestiona o censura. No sea cosa que alguien advierta que existen otras opciones fuera de ese gallinero en el que unos pocos cazan a sus anchas.
