Una noche brillante, el clima ideal para un recital internacional, Maluma se presentaba en el hipódromo de Rosario. Hasta allí todo perfecto.
Por una de las puertas de acceso; la correspondiente al el ingreso a personas con alguna discapacidad, esperaban su oportunidad dada la ley nacional de poder disfrutar del espectáculo con entrada libre y gratuita, tomando en cuenta especialmente el espacio que habría del lugar de realización. Sobraba.
Comprensible cuando se trata de un sitio cerrado; teatro, por decir, donde hay un cupo limitado de localidades. No fue este caso.
Lamentablemente las personas autorizadas para el control de acceso, no se hacían cargo de la situación y solo cumplían a la hora de frenar el ingreso de grandes y chicos con discapacidad y sus acompañantes, que mantenían la ilusión de poder pasar por allí. Ni credenciales, ni papeles absolutamente “en regla” fueron suficientes para poder entrar.
En Argentina estamos acostumbrados a resolver los problemas cuando pasan las cosas, cuando hay un accidente se piden todos los controles e informes, y ejemplos sobran (calle Salta, accidente en el Parque Independencia, choque de Monticas, el submarino ARA San Juan, etc).
Recién ahora, en el momento donde el recital ya había comenzado, y de acuerdo a conversaciones con distintos integrantes del Concejo, se tratará de lograr una ordenanza para que las reglas queden claras.
Tarde, siempre corriendo desde atrás. Ojalá, al menos sirva para el futuro.
Alrededor de las 23 algunos pudieron finalmente entrar, luego de una larga discusión y tediosa espera. Pocos pagaron para no ver sufrir a sus familiares y otros se fueron.