El gobierno flexibilizó a través de un decreto las condiciones de emisión de pagarés, permitiendo, por ejemplo, atarlos al valor de una mercancía. Este instrumento podría ser de gran valor para el agro, aunque su lanzamiento se da en un contexto complicado para el sector en lo que respecta a la emisión de pagarés.
El Ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, anunció el viernes 27 de diciembre que el gobierno habilitaba a partir de un decreto la emisión de los llamados “pagaré valor producto”, que permiten la emisión de un instrumento de este tipo donde la obligación se mueva con el valor de un bien.
En concreto, el decreto es incluso más amplio, y permite que los intereses de estos instrumentos se puedan calcular en base a cotizaciones de bienes, indicadores financieros o tasas de referencia. Para el caso de bienes deben ser productos con liquidez y mercados donde coticen regularmente, como es el caso de los granos, metales preciosos o los hidrocarburos. También se podrían emitir pagarés con intereses atados a BADLAR, LIBOR, o cualquier tasa de referencia existente que se publique con periodicidad.
Si bien falta lo más importante que es que la CNV se expida con normas complementarias que hagan efectiva la aplicación de estos instrumentos, es un paso importante que permite especular con los usos potenciales de este producto.
Claramente desde el agro se expresaron favorablemente, pues permitiría por ejemplo, citando al propio ministro, que “un productor agropecuario que prefiere comprar su maquinaria emitiendo un pagaré cuya obligación se mueva con el precio de la soja que va a producir con esa máquina” lo pueda hacer.
El pagaré es un instrumento que consiste en una promesa de pago, el emisor se compromete a entregarle en una fecha determinada un X suma al que lo recibe. Por tanto se puede usar para efectuar pagos, además como instrumento de crédito puede circular por tradición o endoso, con ventajas sobre otras instrumentaciones de deuda por su fácil ejecución. Estos instrumentos además tienen una negociación en mercados bursátiles, permitiendo el descuento de los mismos para obtener liquidez y su posterior negociación secundaria, aunque en la práctica es menos frecuente.
Si bien por un lado podría facilitar las operaciones como las del ejemplo mencionado entre un productor agropecuario y otra parte que le venda insumos o maquinarias, pudiéndose replicar en otros sectores como el energético, lo más interesante podría venir desde el punto de vista financiero. Abriendo mercados y posibilidades de coberturas y exposición a sectores específicos por parte de inversores particulares, institucionales junto con oportunidades de negocios y coberturas para los propios productores de cada sector. Obviamente resta la letra chica y ver qué tanta liquidez podrían tener estos instrumentos, que dependerá de la normativa de CNV.
Un punto no menos importante es que el lanzamiento de este producto se da en un momento muy particular en la cual los pagarés están bajo la mira y la demanda por los mismos podría verse seriamente afectada.
Es que actualmente se negocian en el mercado pagarés en pesos, “dólar linked” (es decir, atados a la cotización del dólar oficial, pudiendo ser tanto la del BCRA como las cotizaciones del Banco Nación, haciéndose el pago en pesos al monto equivalente al vencimiento) y recientemente empezaron a negociarse pagarés “hard dólar” (donde el pago se hace efectivo en dólares estadounidenses).
El segundo segmento mencionado, el dólar linked, tuvo un gran crecimiento durante los años anteriores, impulsado por la fuerte demanda de cobertura por parte de empresas con importaciones demoradas e inversores institucionales como fondos comunes de inversión que buscaban replicar la evolución del tipo de cambio oficial. Esa demanda hizo que los sectores productores de bienes que se exportan, cuya liquidación se hace a dólar oficial pudieran emitir estos instrumentos y otros (como obligaciones negociables) y así se endeudaron durante mucho tiempo a tasas bajas. Entre esos sectores se encontraba el energético y el agropecuario.
Este último experimentó cambios en los años anteriores, con sobredimensión de infraestructura por parte de algunos eslabones de la cadena, un sobrestock de los productores para dolarizarse cuando la brecha era alta y parte de los insumos se ataban al dólar oficial, y esto sumando al apalancamiento con deuda de algunas empresas importantes del sector llevó a una situación de estrés en el presente. Con precios bajos de los productos, un dólar que se apreció fuertemente en el año y sin cambios impositivos, los márgenes se achican, y si a esto le sumamos el problema financiero que impide que las deudas que vencen puedan refinanciarse, pues ya no existe la demanda por productos de cobertura que existía hace un año, las rispideces aumentan.
Esto llevó al default de parte de sus deudas por parte de empresas importantes del sector en los días recientes. Al anuncio de Surcos S.A. de hace unas semanas, se le sumó el viernes Agrofina y su controlante Los Grobo Agropecuaria S.A.
Si bien el estrés financiero que están atravesando estas compañías, y que podría repercutir en otros empresas del sector, no es suficiente motivo para decir que el pagaré es un mal instrumento, sin dudas que se empezarán a mirar con cautela y se pondrá la lupa en cada emisor, lo podría impactar negativamente en la demanda de estos productos.
En definitiva, el pagaré valor producto tiene potencial para ser un instrumento financiero muy poderoso, que abra mercados nuevos y posibilidades de financiamiento para muchos sectores productivos, facilitando operaciones que no estaban permitidas de momento. Dicho esto, el momento en que se anuncia esta medida no es el más favorable, por los motivos mencionados, para este tipo de instrumentos y podría demorar su impacto real.