Recientemente fue publicado el dato de RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables) para diciembre de 2023, que fue de $484.298,4. Es decir, los trabajadores que se encuentran “en blanco” en promedio recibieron ese salario bruto, lo que implicó un salario neto de aproximadamente $410.000. El RIPTE subió un 8.32% en diciembre respecto a noviembre, y dado que la inflación durante el último mes de 2023 fue de 25.5%, esto implica que se contrajeron en términos reales un 13.69%. Implica que por cada $100 de poder de compra que se tenía en noviembre, durante diciembre sólo se tuvo $86.
El deterioro de los salarios no es una novedad, hace más de cinco años que los sueldos de todos los sectores presentan una fuerte tendencia bajista. La alta inflación y el ritmo lento de ajuste, hacen que el efecto se profundice, aunque la velocidad de renegociación ha aumentado considerablemente durante 2023.
Si actualizamos la serie por inflación, para traer todo a valores equivalentes de diciembre 2023, observamos que, mientras que el dato recién publicado fue de $484 mil, en el mismo mes de 2016 el salario promedio bruto equivalía a $730 mil, fue en enero de 2021 cuando, por primera vez, rompió la barrera de los $600.000, y desde entonces estuvo fluctuando en torno a esos niveles hasta que en noviembre del 2023 empezó a profundizarse el deterioro. La fuerte inflación del último mes del año terminó por erosionar su poder de compra.
Para contextualizar, si se lo quisiera llevar al nivel de octubre de 2023, que fue el segundo peor mes desde diciembre de 2016 hasta esa fecha, el RIPTE de febrero debería dar aproximadamente $820.000, suponiendo que la inflación durante este mes será de 15% aproximadamente, es decir, debería haber subido un 70% respecto a diciembre. Si bien los datos se conocerán recién en un par de meses, parece poco probable que los sueldos hayan seguido ese ritmo.
El deterioro de los salarios no se produjo sólo respecto a la inflación sino también respecto al tipo de cambio. En 2017 el RIPTE equivalía a más de 1.400 dólares, medidos a tipo de cambio contado con liquidación (CCL). Durante 2018 cayó considerablemente, promediando 1.100 dólares. El año siguiente, último de la administración Macri, promedió unos 840 dólares. Durante los 4 años del gobierno de Alberto Fernández se profundizó la caída, llevándolo a una media de 548 dólares. Entre diciembre de 2016 y el mismo mes de 2023, los salarios cayeron más de un 60% medidos en dólares.
Los ingresos de los trabajadores se encuentran en mínimos, por lo menos de los últimos 15 años, y es por eso que el ajuste de precios relativos sumado a la inflación que se viene arrastrando los últimos meses se hace sentir profundamente en el bolsillo del ciudadano. Últimamente pareciera que estamos pasando una etapa de sinceramiento de todos los precios que estaban atrasados, como los servicios, el transporte, el tipo de cambio, los combustibles, etc., pero hay un precio que no se está sincerando, el salario.
Este punto no debe descuidarse puesto que los impactos en la economía son considerables, una caída en los salarios reales deprime el consumo y puede afectar la actividad económica, y esto podría repercutir en la recaudación y las cuentas públicas. Revertir la situación requiere estabilizar la macro pero simultáneamente son necesarias reformas estructurales que den buenas perspectivas a futuro, fomentando la inversión, que de darse ayudaría en parte a compensar la baja del consumo en el corto plazo, y fundamentalmente generaría la capacidad para que los salarios comiencen a crecer en términos reales y medidos en dólares.
Joaquín E. Aranguiz. Miembro del Centro de Investigaciones Sociales y Económicas de la Fundación Libertad.
14/02/2024