Por TSA Bursátil
En los últimos meses, los mercados accionarios en Estados Unidos mostraron una nota positiva, guiados por sólidos datos de crecimiento económico, inflación en descenso y una nueva temporada de balances, que está demostrando mejores cifras a las esperadas inicialmente. De todas formas, surge la incógnita sobre la continuidad de esta tendencia en los activos de riesgo, siendo necesario evaluar las variables macro-financieras para entender su posible evolución.
Comenzando por el crecimiento económico, en su último World Economic Outlook de enero, el FMI planteó que la economía estadounidense desaceleraría su crecimiento en 2024 y 2025, hasta +2,1% y +1,7%. El rezago con que actúa la política monetaria restrictiva del banco central continúa pesando sobre las expectativas de analistas, al tiempo que el consumo, por lo pronto, mantiene su firmeza, sosteniendo las métricas de actividad. Sin embargo, hay que destacar que los ahorros acumulados por la población en tiempos de pandemia ya se han evaporado y serán los salarios reales los encargados de mantener el ritmo de gastos en los próximos meses. Esto no parece ser un problema, dado el estado actual del mercado laboral, con una fuerte creación de puestos y manteniendo un bajo nivel de desempleo.
La resiliencia demostrada por Estados Unidos impulsaría, en parte, el crecimiento global, que mostraría avances de +3,1% y +3,2% en los próximos dos años. Si bien son cifras para nada despreciables, están debajo del promedio de +3,8% del período 2000-2019. Por su parte, las economías emergentes volverían a brillar sobre el mundo desarrollado, contribuyendo a la performance global.
Ahora bien, si sumamos una inflación cayendo más rápido de lo esperado en la mayoría de las regiones, en parte por menores problemas en las cadenas de suministro y por las políticas monetarias restrictivas, el FMI entiende que las chances de un “hard landing” han disminuido. No obstante, persisten riesgos como un shock geopolítico que marque una nueva disparada en los precios de commodities, o que afecten la oferta de ciertos productos para que haya un nuevo brote inflacionario y la necesidad de prolongar la política monetaria restrictiva.
Así, el desafío para los policy makers en el corto plazo es gestionar el tramo final para alcanzar el objetivo de inflación, calibrando la política monetaria en base a los datos y ajustándose a una instancia menos restrictiva. En este sentido, en su última reunión, los miembros de la FED notaron los riesgos de apresurarse a bajar los tipos de interés, requiriendo mayor confianza sobre el ritmo de inflación, antes de considerar recortes.
Todo este conjunto de variables influyó sobre las expectativas del mercado respecto al futuro de la política monetaria. Haciendo un resumen, en octubre del 2023, los inversores compraban una postura de “higher for longer”, viendo pocos cambios para 2024 respecto al rango de tasas. Luego, se pasó a una instancia más “dovish”, incorporando incluso 6 recortes a lo largo del año, totalizando bajas de aproximadamente 150-200 pbs. Hoy en día, el mercado parece estar alineado a la Reserva Federal, priceando 3 recortes para 2024, comenzando en la reunión de junio.
Cuando se analizan ocasiones en que se regresó a una política monetaria más laxa, la clave para el mercado bursátil fue si este cambio obedeció a una normalización de la política, o más bien se debió a una recesión en la economía. Este último caso es el más desventajoso para los activos, con las experiencias de 1990, 2001 y 2007 como algunos ejemplos. De continuar por el sendero actual, la economía no parece dar señales claras de una recesión, con empresas que siguen mostrando buenos balances trimestre a trimestre. Actualmente, las estimaciones apuntan a que las ganancias corporativas verían un incremento de +3,2% de forma interanual en el 4Q23, lo que implica una fuerte y grata corrección respecto a la caída anticipada meses atrás por analistas.
Por último, en cuanto a inversiones, los bonos del Tesoro norteamericano ofrecen la posibilidad de capturar atractivos rendimientos en términos reales, cuando se los compara con las estimaciones de inflación y el futuro de tasas por parte de la Fed. A su vez, el S&P 500 avanza +6,8% en 2024, alcanzando nuevos máximos históricos. Esto podría llamar a la cautela, sobre todo cuando se consideran métricas de valuación como el P/E forward, actualmente por encima de sus promedios de 5 y 10 años. Una normalización en la política monetaria podría jugar a favor de la tendencia alcista en las acciones y la selectividad a la hora de elegir los papeles puede ser un gran aliado para los inversores.