El debate en torno al criticado Impuesto a las Ganancias vuelve a tomar fuerza hacia fines de 2016. A poco de cumplir el primer año de gestión, el gobierno de Cambiemos se enfrenta a las restricciones políticas y económicas de poner en marcha una de sus principales promesas de campaña: la modificación (¿eliminación?) del impuesto que pesa sobre una gran porción de asalariados.
En tanto la oposición se apresta a tomar visibilidad y el oficialismo pide mesura, la cuestión es seguida de cerca no sólo por el gobierno nacional, sino también por los provinciales, en tanto un cambio tendrá serias implicancias en sus arcas.
“No tengo duda que se busca utilizar como bandera política el hecho de poder torcerle el brazo al gobierno”, opinó el contador especialista en materia tributaria, Enrique Lingua, en el programa radial Con sentido común, de Fisherton CNN; respecto a la polvareda partidaria que ya levantan los diferentes proyectos en danza, y los principales argumentos que se alzan para defenderlos.
En esta línea se inserta la propuesta del Frente Renovador, que busca elevar el mínimo no imponible a 48.000 pesos de sueldo bruto para trabajadores casados con dos hijos; a 34.000 pesos para solteros; y a 60.000 pesos para los jubilados. Según Sergio Massa, tales modificaciones no tendrían costo fiscal para el Estado nacional, en tanto se reemplazaría lo que se deje de recaudar en concepto de Ganancias por otros instrumentos, entre ellos, aplicando impuestos a la renta financiera, algo que hoy no sucede.
No obstante, según Lingua, ese es un tema complejo que encierra verdades a medias: “La renta financiera hoy paga en las cabezas de sociedades el 35%; los que no pagan son los inversores individuales (…) Es muy difícil medir la renta de la compra-venta de acciones porque son fluctuantes. Cuando uno vende acciones, no necesariamente vende una ganancia, sino el resultado de una liquidación que puede haber tenido pérdidas o ganancias”. Además, “las sociedades cuando distribuyen utilidades ya pagaron ganancias”.
¿Adónde van los impuestos?
En opinión del tributarista, esta es la pregunta fundamental a la hora de pensar la cuestión impositiva. “Lo que tenemos que medir es la correspondencia fiscal, es decir, saber a qué se aplica la recaudación. En Argentina los impuestos se diluyen en cosas que no se ven o que van a destinos equivocados”.
Al tiempo que apuntó sobre la necesidad de desenmarañar el sistema fiscal argentino. “Existe una telaraña fiscal que tiene un efecto derrame terrible. De por sí es compleja y si se baja a las provincias y a las municipios es mucho más (…) Si uno quiere saber la complejidad de la carga tributaria, tiene que agarrar la factura de un servicio y ver cómo está compuesto el precio final, hay un montón de colados que son pequeños costos cuasifiscales que aumentan la presión tributaria. Argentina es uno de los países con las presiones tributarias más altas, estamos hablando de un 47/48% de carga impositiva”.
Según comentaron desde el gobierno, para el tema Ganancias, en caso de que no se llegue a sancionar una norma antes de fin de año, la discusión podría ser retomada “en febrero o marzo” dado que, de todas formas, su aplicación “sería retroactiva al 1° de enero”.
REDACCIÓN ON24