Sus obras inauguraron la cuarta muestra consecutiva del Ciclo de Exposiciones del edificio Museion. Es un artista plástico rosarino, de 36 años de edad, que vive en pareja con dos hijos. Trabaja el hiperrealismo a base de óleo sobre tela y su obra hoy se centra en el Río Paraná. Es autodidacta y profesor en su casa para un grupo reducido de alumnos. Se estuvo perfeccionando en Viena y ahora viajará a Uruguay para entregarle personalmente uno de sus cuadros del mencionado río al presidente José Mujica.
La presentación alude a Gabriel Schiavina, con quien ON24 dialogó acerca del arte rosarino y el impacto de la actual situación económica en la producción artística.
¿Cómo ves el arte de Rosario? ¿Hay producción o está estancado?
Hay mucha producción de artistas jóvenes que están surgiendo, que tienen mucho talento y capacidad y que están luchando contra un mercado totalmente cerrado. Acá, en Rosario hay dos o tres galerías que monopolizan a ciertos grupos de artistas un poco más viejos, que no dejan entrar ni salir a nadie. Y eso es muy penoso. Es importante que haya un sistema un poco más abierto, que no comercialice obras que son para artistas. Hoy, los artistas pintan para artistas. Y eso es una pena. Yo veo este sistema destinado a la extinción.
¿Se puede vivir del arte? ¿Vos vivís del arte?
Sí, aquel que diga que no se puede es porque no le ha puesto las pilas que le tiene que poner. Es muy sacrificado. Yo tengo dos hijos y una casa que mantener. Se puede vivir; en todas sus facetas: yo doy clases en un taller de mi casa para un grupo reducido de alumnos y vendo. Yo empecé de muy chiquito, a los 12 años, y tengo más de 800 cuadros vendidos, algunos a precios irrisorios y otros a más.
Hoy, en promedio ¿cuánto vale una obra tuya?
Depende los tamaños, pero un cuadro grande, de tres metros, puede estar en $ 25.000 o $ 30.000. Después, hay cuadros de $ 2.000, $ 1.000, $ 500. El tamaño es también lo que cada uno le pone a la obra. Quizá, un cuadro chiquito vale más que uno de dos metros.
¿Y qué trabajo te lleva hacerlos?
Es un poco paradójico, porque las obras chicas llevan más tiempo que las grandes. En una grande, vos pegás una pincelada con un pincel ancho y cubrís más superficie en menos tiempo; en las chicas, tenés un detalle más exigente
¿Concebís al arte como un negocio?
No, yo creo que el arte es una forma de expresión y comunicación. Que de eso surja un negocio, es una gracia, una buena suerte. Creo que el artista debe ser astuto en ese sentido y no bastardear su obra: si tenés que hacer una producción comercial, bueno, que sea el medio para seguir trabajando. Hoy, los costos de los materiales se han ido a las nubes…
Vos tenés 36 años, has vivido épocas de crisis, inflación e inestabilidad. Ahora, Argentina está viviendo una de ellas. ¿Afecta eso al artista?
Sí, mucho, porque los que consumen arte, generalmente, son empresarios y gente que maneja mucho capital. Entonces, este problema que hubo con el dólar, hace que hay otras prioridades ahora. Es como que se para un poco, el mercado se detiene. Y la inflación nos afecta en los materiales. A mí me pasó de pagar $ 29 por un pincel y a las dos semanas pagarlo $ 70. Entonces, cuando tenés que comprar dos metros de tela, que sale $ 1.200, medio kilo de pintura, pinceles… es un presupuesto. Yo, por cuadro, tengo un gasto de unos $1.500 o $ 2.000, en promedio.
¿Y ese costo lo trasladás a la obra o decís: “Esta obra no puede salir más de $ 2000, aunque el costo haya sido mayor?
Yo el costo a la obra se lo doy por una cuestión mía, emocional, y por lo que yo considero que vale la obra. He vendido obras mucho más baratas de lo que me ha costado producirlas. Yo soy del criterio que ninguna persona se puede quedar sin la obra que le gusta por una cuestión económica. Por ahí es medio metafísico, pero la obra misma decide al comprador. He vendido un cuadro del Paraná por $ 1.500 que lo podía haber vendido por $ 9.000, pero había una conexión especial con la persona que lo compró. Era una chica que se le había muerto un amigo haciendo remo; ella llegó a la pintura y se largó a llorar; me agarró y me dijo: “Me quiero comprar este cuadro pero no tengo más plata”. Le dije: “Es para vos”. A mí, que a una persona la obra le genere eso me da más motivos para vendérsela que a uno que dice “quiero éste para decorar mi casa”.
Hoy, ¿recomendarías a un joven que está empezando en el arte a seguir en él o le dirías que lo haga como hobby y busque un trabajo más seguro?
Que se dedique de lleno al arte, que le ponga toda la pila y el esfuerzo, porque te devuelve mucho el trabajo como artista. Que no se desaliente, que nunca baje los brazos.
¿Creés que desde el gobierno se impulsa el trabajo del artista?
A nivel nación, mentiría si dijera que no hay estímulos para el arte. Esta es una administración muy cultural, pero pareciera que está dirigida a unos pocos. Ayuda pero si transás con ellos. La ayuda está, pero dirigida para algunos. Y en la cuestión municipal o provincial pasa lo mismo: si no llevás su bandera, te dejan de lado. Yo tengo algunos conocidos en la Casa Rosada, a quien les he escrito, pero cero onda. Pero le escribí a “Pepe” Mujica y a los tres días me respondió.
¿Cómo surgió este contacto con Mujica?
Fue una iniciativa propia porque tengo mucha admiración por Pepe. Me llega mucho su historia, su sencillez y humildad. Creo que siendo presidente u otra cosa, él va a ser así. Y yo valoro esas cosas. Me contacté con Presidencia de Uruguay vía mail y me respondieron con toda la disposición.
¿Dónde se pueden ver tus obras?
Generalmente, en lugares así (como la exposición de Museion), no convencionales; además, salgo mucho a las plazas y a los parques y también podemos coordinar visitas a mi casa para verlas.
Redacción ON24