Según las estadísticas del sistema financiero, el 95,5% de tarjetas de crédito registran financiamiento por un monto inferior al tope establecido, por lo que seguirán bajo el régimen de tasa máxima de 43%.
De este modo, por la regulación de la tasa por parte del BCRA, pagar el mínimo del resumen (que en la jerga financiera se denomina ‘revolving’), se volvió uno de los medios más baratos de financiación.
Así, resulta mucho más conveniente que sacar un préstamo personal, cuya tasa casi duplica a la del revolving, del 78% anual, y con un costo financiero total del 148%, que varía según el banco y el cliente en cuestión.
“Hasta antes de esta norma, la tarjeta era el peor recurso que podía tener una persona para sacar crédito, lo más práctico era sacar un crédito en el mismo banco para cancelar la tarjeta, que era un 25% más barato”, explicó el asesor financiero Javier Ferrer.
En rigor, la norma del BCRA establece que las entidades financieras deberán aplicar la tasa de 43% a los saldos de tarjeta de crédito hasta $ 200.000 por cada tarjeta emitida.
Además, para los saldos a financiar a partir de los $ 200.000, se puede aplicar una tasa diferencial hasta el máximo permitido por la ley de Tarjetas de Crédito, establecido en un 25% más que la tasa que perciben por los créditos personales, y similares a los que aplican las tarjetas no bancarias.
El problema es que los bancos no aumentan los límites de financiación a aquellos clientes que suelen pagar el mínimo, entonces en muchos comercios la tarjeta sale rebotada cuando quieren hacer una compra, al no tener más cupo crediticio.