Al gobierno le fue bastante bien con la operación de corto plazo que se denominó “dólar soja”, que dio la posibilidad a los exportadores de liquidar exportaciones a un tipo de cambio de $200 contra una cotización oficial de $143. El gobierno aspiraba a conseguir unos US$5.000 millones en el mes, pero esta cifra se consiguió el último martes y ahora estiman que se podría llegar a los US$6.000 millones, aunque el saldo neto es mucho menor porque el BCRA debió entregar divisas para pagar importaciones y hacer pagos al FMI.
La situación de las reservas sigue siendo crítica y el problema de la balanza comercial también es complicado porque han caído muy fuerte las exportaciones y el saldo es levemente negativo porque están frenadas las importaciones y, según apuntan los especialistas, el cepo importador será cada vez más rígido, lo cual impactará cada vez más fuerte afectando el nivel de actividad. El segundo semestre será claramente recesivo. Después del “dólar-soja”, no hay plan B.
El ministro Sergio Massa sigue buscando modos de frenar la sangría de dólares. Por ahora, han puesto nuevos límites para compras en el exterior y ya se habla de un “dólar Qatar” para frenar la demanda de quienes viajen al mundial de fútbol. De todos modos, el ministro mira con atención los mercados informales porque lo que liquidan los exportadores de granos se convierte en pesos que luego presionan sobre estos mercados para hacerse de dólares
Esta falta de divisas se mantendrá en la medida que el gobierno insista en mantener atrasado el tipo de cambio. No porque los exportadores oculten los dólares, sino porque se están perdiendo mercados de muchos productos y, salvo los granos, las exportaciones disminuyen. Las commodities agrícolas viene con doble presión. Por una parte, la suba del dólar en el mundo lleva los precios a la baja, pero las sequías, tanto en Argentina como EE.UU., más los problemas que subsisten para un normal abastecimiento desde Ucrania y Rusia pega en los precios del trigo.
Pero, entre esta caída, la pérdida de mercados, el menor consumo interno y la sequía que afectó a los campos de invernada, el sector viene liquidando muchos terneros que no se pueden engordar y también aumentó la faena de vientres, lo que implica menos producción a futuro. El viento de frente está asegurado para los próximos años.
El gobierno consiguió la prórroga del actual esquema impositivo para el año próximo y no aceptó ninguna rebaja. Es que el elevado déficit no permite sacrificar ningún ingreso y está intentando bajar algunos gastos, como el caso de algunos subsidios en las tarifas de servicios públicos, pero el compromiso de llegar al equilibrio fiscal se conseguiría, si se hace todo bien, recién en 2025.
La escalada del dólar en el mundo
A raíz de la guerra desatada entre Rusia y Ucrania, aumentaron los precios de los combustibles, de la energía y de los alimentos. También crecieron los valores de los fletes internacionales. Estas circunstancias produjeron un incremento de los precios en todos los países llevando a tasas inflacionarias cercanas al 10%. Estos niveles (Chile llegó al 14%) alteraron a todo el mundo, las poblaciones se expresaron con quejas y los gobiernos intentaron tomar medidas.
Las subas de precios generaron recesión, agravando los problemas laborales de muchas personas en el mundo. En algunos países los gobiernos decidieron bajar impuestos para apuntalar la reactivación y compensar las alzas de costos. En el caso de Estados Unidos, la Reserva Federal decidió aplicar el método ortodoxo tradicional de variar las cantidades de dinero mediante la suba de las tasas de interés.
La FED comenzó a subir la tasa de una forma agresiva. Mientras antes solo hacía movimientos de 25 puntos básicos (0,25%), ahora lo hizo a razón de 75 puntos básicos (0,75%). Hasta ahora venía bien y había conseguido detener el alza de los precios y comenzó un leve retroceso, aunque aún está en el orden del 8% anual, cuando el objetivo es el 2% anual. Esta semana el organismo regulador volvió a subir las tasas un 0,75% adicional y dejó las tasas en un rango de 3,00/3,25. Este es el nivel más alto desde la crisis financiera de 2008. Este movimiento seguirá y habrá nuevas subas antes de fin de este año y del año próximo hasta llevarla a niveles de 4,40% a 4,60%
Las consecuencias de estas decisiones se sentirán en el nivel de actividad, porque lo que se espera es profundizar la recesión. Pero este proceso se sentirá no solo en EE.UU. sino también en el resto del mundo. También el Banco Central Europeo comenzó una suba de tasas, pero recién está en el 1%, mientras el proceso americano es más agresivo.
La suba del dólar se hace sentir en todo el mundo por el rol que cumple la moneda norteamericana en la valorización de activos, como en las materias primas. Cuando el dólar sube, bajan los precios en dólares, bajan los precios de las demás monedas, como ocurre con el euro y con el yuan chino. Algunos productos pueden resistir la baja por razones de pérdidas climáticas, como las que contamos con el trigo, pero en general suelen bajar.
El problema es que los mayores costos se trasladan a los créditos a empresas y particulares que actuarán con retracción para evitar los mayores costos. Esto alimentará la recesión y presionaría a la baja a los precios. De todos modos, no es un proceso rápido, por lo que se espera que las tasas altas se mantengan hasta 2024 donde, dependiendo de la evolución de los precios, podrían comenzar a bajar.
Es muy difícil trasladar este proceso a la Argentina, porque está todo tan distorsionado que el BCRA no se anima a copiar la devaluación que todas las monedas están tendiendo frente al dólar porque tendría una repercusión directa sobre la inflación. El atraso cambiario trae estas consecuencias porque, básicamente el mercado espera una devaluación que el gobierno no está dispuesto a conceder.
Por Rodolfo Cavagnaro
Fuente: Memo
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