El líder chino Xi Jinping y el presidente ruso Vladimir Putin prometieron la semana pasada trabajar juntos contra lo que calificaron de la política “destructiva y hostil” de EEUU. Y pocas materias primas se han visto tan afectadas por sus políticas como el oro.
El lunes de esta semana, el precio del metal precioso se disparó hasta alcanzar un máximo histórico de 2.450 dólares por onza, lo que supone una subida del 25% desde el 5 de octubre, justo antes de que estallara el conflicto en Oriente Próximo. Este repunte se ha visto apuntalado por la fractura del sistema monetario mundial, ya que países como Rusia y China tratan de reducir su dependencia del dólar estadounidense.
Sin embargo, con el activo refugio cotizando en este máximo histórico, Chris Forgan, gestor de carteras multiactivos de Fidelity, señala: “La pregunta del millón como inversor es: ¿sigue estando justificado el precio?“. Forgan ha reducido la asignación al oro en su cartera del 6% al 3% para obtener beneficios con la reciente subida del precio.
Uno de los elementos desconcertantes a la hora de evaluar el reciente repunte del oro es su desconexión con dos variables habitualmente estrechamente vinculadas a él: el dólar estadounidense y los rendimientos ajustados a la inflación de los bonos del Tesoro estadounidense.
Uno de los principales factores que explican esta desconexión es que los bancos centrales han aumentado sus reservas de oro a un ritmo sin precedentes desde principios de 2022 para incrementar su resistencia frente a las sanciones occidentales que podrían poner en peligro la primacía del dólar estadounidense en el comercio mundial.
Instituciones oficiales encabezadas por China han realizado las mayores compras de oro de la historia a principios de este año: 290 toneladas en el primer trimestre, según el Consejo Mundial del Oro (WGC, por sus siglas en inglés). La decisión de Occidente de congelar alrededor de la mitad de las reservas rusas de 600.000 millones de dólares (553.700 millones de euros) tras la invasión de Ucrania fue el principal catalizador de la oleada de compras.
A ello se ha sumado el giro hacia la compra de oro por parte de los consumidores chinos, debido a la caída de los mercados inmobiliario y de renta variable nacionales y la preocupación por la persistente inflación y los elevados niveles de deuda mundial. Todo ello ha impulsado al alza el precio del metal precioso.
Incluso a pesar de que las expectativas de rebajas de los tipos de interés en EEUU han retrocedido en los últimos meses, el oro ha seguido subiendo con fuerza.
John Reade, estratega jefe de mercados del WGC, opina que esto indica que las razones por las que la gente compra oro “no tienen mucho que ver con los mercados financieros de EEUU y Occidente, sino con el hecho de que los países que no forman parte de la red de aliados de EEUU diversifican sus reservas y compran oro, en parte porque no hay otra divisa capaz de llenar el vacío”.
Los fondos cotizados de oro, que suelen utilizar los inversores occidentales, siguieron registrando salidas netas en el primer trimestre de 2024, según datos del WGC, lo que indica que el epicentro del repunte se debe a Extremo Oriente.
Pero cuanto más suba el oro, más se verán limitadas sus posibilidades de revalorización por factores macroeconómicos adversos, como el fortalecimiento del dólar y la subida de los tipos de interés reales, señala Nicky Shiels, directora de estrategia de metales de la compañía suiza MKS Pamp. Según Shiels, estos fueron los factores clave que provocaron el retroceso del oro y su estancamiento en torno a los 2.300 dólares por onza durante quince días a finales de abril.
Sin embargo, esto también ha funcionado en sentido contrario. Los datos de inflación más débiles de EEUU de la semana pasada aumentaron las expectativas de que la Reserva Federal rebajaría los tipos de interés dos veces este año, lo que favorecería al oro.
Forgan, de Fidelity, no cree que se haya producido un cambio sistémico en los factores que impulsan el precio del oro. Y muchos gestores de fondos están convencidos de que los riesgos geopolíticos y del sistema de divisas no hacen más que aumentar:los grandes conflictos en Ucrania y Oriente Próximo, las elecciones en EEUU que podrían dar lugar alregreso de Donald Trump a la Casa Blanca, la inflación persistente y los 315 billones de dólares de deuda mundial, según datos del Instituto de Finanzas Internacionales. Esto hace que el oro desempeñe un papel esencial como activo refugio, ya que suele subir cuando muchas otras clases de activos caen y en tiempos de agitación global.
Steven Jermy, ejecutivo de energías renovables, tiene la mayor parte de su patrimonio en metales preciosos. Estima que el precio del oro tiene un 30% más de recorrido al alza porque la rentabilidad de la renta fija y variable se verá anulada por la inflación. Sin embargo, Arnim Pinateau, jubilado tras una carrera en consultoría y recursos humanos, afirma que los riesgos globales son exagerados y que nunca invertirá en oro porque tras 45 años invirtiendo en renta fija y renta variable sólo ha tenido pérdidas en pocos años.
El precio del oro puede incluso verse arrastrado a la baja si los consumidores chinos pierden su nueva afición por los metales preciosos. Pero por ahora, con los riesgos mundiales en aumento y los inversores occidentales dispuestos a comprar oro en cuanto se convenzan de que la Fed recortará drásticamente los tipos de interés, es probable que la mayoría inviertan en el metal precioso.
“El oro ayuda a diversificar las carteras y constituye una cobertura contra la inestabilidad monetaria y geopolítica. Esperamos que dicha inestabilidad persista el año que viene, ya que estamos entrando en una era volátil y más propensa a la inflación”, concluye Alex Chartres, gestor de fondos del grupo de gestión de activos Ruffer.