El Banco Central (BCRA) pisó nuevamente el acelerador. Dejó que el dólar oficial se deslizara ayer 2,5 centavos, a $ 6,32, en una jornada que le resultó más bien tranquila, dado que, gracias al aporte de las cerealeras, que suscribieron bonos por el equivalente a US$ 65 millones, no tuvo que sacrificar reservas para contener la demanda de divisas del mercado.
La entidad que preside Juan Carlos Fábrega no logró, sin embargo, acortar demasiado la diferencia con el billete paralelo, uno de sus principales objetivos desde hace semanas, dado que el dólar informal llegó a cotizarse a $ 9,70 en la City porteña, hasta 10 centavos por encima del cierre anterior.
“La devaluación del oficial sigue fuerte, pero de vez en cuando el blue también se despierta”, señaló un cambista que pidió no ser identificado. También, destacó, el dólar de contado con liquidación, como se conoce el tipo de cambio implícito que surge de la compraventa de bonos en el mercado bursátil, se mantuvo firme, a 8,60 pesos.
El BCRA viene esforzándose para contener la caída de reservas, al mismo tiempo que acelera la devaluación del tipo de cambio oficial, para poder terminar unificando, en el corto plazo, el mercado cambiario. Pero la estrategia hizo también que los que tienen dólares no los vendieran, especulando con un salto mayor del tipo de cambio, lo que terminó poniendo mayor presión sobre las reservas internacionales.
De ahí que la entidad haya buscado un acuerdo con las cerealeras, que se comprometieron a anticipar ingresos de dólares a cambio de que el BCRA les pague con un bono (una letra) en pesos, a seis meses de plazo, y atado a la evolución del dólar. Ayer, las reservas cerraron en US$ 30.579 millones, 54 millones por encima del viernes, precisamente gracias a que las cerealeras comenzaron a cumplir con el acuerdo, por el que podrían terminar ingresando poco menos de US$ 2000 millones.
Con todo, en lo que va de diciembre el volumen promedio diario de liquidación de divisas por parte de los industriales de oleaginosas y exportadores de cerealeras se mantiene en US$ 70 millones, siete millones menos que en el mismo mes de 2012, según se desprende de los datos difundidos por Ciara y CEC, las cámaras que agrupan a las empresas del sector.
“En 2012 las cerealeras liquidaron 1500 millones dólares en diciembre, con lo cual que ahora las cerealeras vayan a ingresar unos 1700 millones, como se dice, hay que ver cuánto de eso son dólares adicionales o simplemente se está liquidando parte de lo que los productores tienen retenido”, cuestionó un operador de un banco de primera línea.
Más allá de las cerealeras, el BCRA aspira a cerrar diciembre con las reservas más fortalecidas con los aportes de divisas de Chevron, que se comprometió a ingresar US$ 900 millones (de los cuales US$ 300 millones ya entraron la semana pasada) para invertir en el yacimiento de Vaca Muerta, y de US$ 500 millones de YPF, que colocó ayer un bono en el mercado internacional. Con estos dólares, el Central espera contrarrestar también el desembolso de US$ 750 millones que deberá realizar antes de fin de mes para pagar un cupón del bono Discount, además de la mayor demanda de divisas que, se estima, habrá en diciembre producto de las vacaciones. Al menos desde la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) aseguraron que serían más flexibles que el año pasado en la aprobación de las solicitudes de compra de dólares para el turismo.
Desde la autoridad monetaria estarían tratando, entretanto, de dar señales de menos intervencionismo en el mercado. De hecho, el BCRA habría recuperado ya en los últimos días una función que había copado el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno: autorizar o rechazar las compras de dólares a las empresas.
Mientras Moreno estuvo a cargo de la Secretaría de Comercio, era el encargado de revisar uno por uno los pedidos de compras de dólares por parte de las grandes empresas que tenían que recurrir al mercado cambiario para pagar importaciones o cancelar alguna deuda. Recién una vez que tenían su visto bueno podían recurrir a algún banco a cancelar la operación.
Fuente: La Nación