Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe 09/02/2025
Atento a la lectura de los tiempos, Maximiliano Pullaro optó por liderar la lista de Convencionales Reformadores de Unidos para Cambiar Santa Fe “que refleja los valores de la gestión”, con figuras del mundo académico e institucional. Una lista “descastizada” que proyecta el modelo de gobierno.
A la caza del electorado
Tal como adelantábamos en enero, el Gobernador había tomado la decisión de debutar electoralmente en la inédita elección de medio término para elegir Convencionales Reformadores, formateando una lista que no solo represente su atropelladora impronta de gestión, sino que se adecuada a los signos de estos tiempos. En verdad no nos equivocaríamos si pensaramos que reformar la Constitucion estuvo en su espíritu político cuando juró como Gobernador y encabezar la lista cuando habilitó el tratamiento de la Ley de Necesidad.
Con excepción de los 14 senadores con su peso específico territorial, la nómina de los 50 por distrito único está delineada por candidatos que reflejan conocimientos académicos (al fin y al cabo se trata de reformar la Constitución) mechados con solvencia política y signos de la gestión.
No debe haber sido tarea sencilla convencer a propios y socios de esa novedosa arquitectura electoral, no solo por el sempiterno patrimonio cultural arraigado en “la política”, sino porque le achacarían ser permeable a los postulados “mileístas”(que no hace más que responder al mandato social, por otra parte).
Fueron los principales asociados del PS los primeros en escuchar los argumentos sobre las nuevas conductas sociales frente a la “clase política”, fundamentadas en estudios de opinión, focus grup y encuestas, esgrimidos por el estratega comunicacional Luis Persello apoyado políticamente por Fabián Bastía, Julián Galdeano y Diego Maciel. Luego el PRO, CREO (Pablo Javkin) y los demás integrantes de la coalición se fueron anoticiando del cambio de paradigma en el armado electoral.
El líder radical Felipe Michlig ya había internalizado que esa era la nueva línea bisectriz a trazar, y se puso – como siempre – espalda contra espalda junto al Gobernador en esta novedosa etapa electoral.
De allí que luego de Maximiliano Pullaro, la joven abogada y diputada provincial socialista Lionella Cattalini (denunciante de nada menos que a un juez federal por favorecimiento a jefes narcos) estará entre los primeros lugares de la lista de Convencionales Reformadores, junto al presidente del Colegio de Abogados de Rosario Lucas Galdeano; Josefina del Río, subsecretaria de Hábitat municipal; Rodolfo Giacosa, presidente de la empresa de energía Enerfe, y Lucía Masneri, secretaria de Asuntos Penales.
El codiciado segundo lugar en la lista debía ser el “escudo de hierro” que neutralice los ataques de “la derecha” (Granata, La Libertad Avanza) y para ello se eligió a la Diputada nacional Germana Figueroa Casas, contadora, profesora universitaria, actualmente vicepresidenta de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados de la Nación, vinculada estrechamente con la influyente Fundación Libertad de Rosario y referente Mauricio Macri, con quien habló la presidente del PRO santafesino Gisela Scaglia cuando se decidió su participación.
El resto del mundo: Quien es quien con chances de sumar Convencionales
“Los votos no tienen pichones” ilustramos de manera silvestre el hecho de que existe un denominador que es 100% y los sufragios – fracciones – que se lleven unos no lo harán los otros. Y si a ello lo revestimos con las ideologías políticas, caemos en la cuenta que los Partidos y Frentes irán por los votos de “la derecha”, la “centro-derecha”, la “izquierda” (con su variante ultra) el difuminado peronismo ¿con sus votos cautivos? y su sub variante “el kirchnerismo”; todos pugnando por llevarse la mayor cantidad posible de ese divisor 100.
La primera pregunta sería: ¿es lo mismo para la población una inédita elección para reformar la Constitución (ya no queda casi nadie vivo de los que votaron en 1962) que una “ordinaria” para legisladores o ejecutivos?. La respuesta sería decididamente No. Y ahí estará centrada la pedagogía que deberán hacer los candidatos. No es igual prometer que se pavimentará una ruta, que explicar la reforma de la ley suprema de un Estado soberano, en la que se estructura la organización y funcionamiento de las instituciones políticas, y garantizan los derechos de las personas.
El gobierno de Maximiliano Pullaro va por el electorado de “centro derecha” (el llamado “voto independiente” que lo hizo Gobernador) matizado con el barniz de los radicales progresistas y la – moderada – izquierda socialista, junto a la “religiosidad” de UNO y cierto conservadurismo de otros aliados.
Es muy probable que Pullaro no tenga más remedio cuando arrecie la campaña, que promete ser feroz, descarnada (y encima corta, porque la elección será el 13 de abril) que optar por pedir el voto invocando la posibilidad de su reelección, argumentando que con ello se terminará de fraguar todo lo realizado en estos primeros cuatro años de gobierno.
La Libertad Avanza no tiene secretos: Nicolás Mayoraz y Natalia Armas le sumarán el sesgo religioso católico a la marca del Presidente. Irán por el electorado “ranciamente conservador”, de firmes convicciones (algo así como Dios, Patria y Familia) y que naturalmente se identifica con las políticas presidenciales.
Un dato suministrado por el encuestador Roque Cantoia: el 40% del electorado tiene menos de 30 años.
En ese mismo cuadrante ideológico político se ubicará Amalia Granata con su frente Somos Vida y Libertad, que levanta las mismas banderas principistas de LLA y un adversario en común: Maximiliano Pullaro, a quien los dos sectores demonizarán para congraciarse con su coincidente electorado.
El peronismo, dando sobradas muestras de su confusión y extravío, coloca como primer candidato a Juan Monteverde, un izquierdoso de bajas calorías, suponiendo que como estuvo a punto de ganarle hace dos años la intendencia de Rosario a Pablo Javkin con su Partido vecinal Ciudad Futura, esa tendencia se repetirá a nivel provincial en una elección totalmente distinta.
Encima, a pedido de referentes del interior, pretendieron cambiarle de nombre al Frente Unión por la Patria para no ser identificados con Cristina Fernández.
A la caza de los mismos votos de “centro izquierda” va Marcelo Lewandowski asociado con el socialista Rubén Giustiniani, la CGT y una candidata que dice representar a la FISFE, organización gremial empresaria que de esa manera blanquea insólitamente su posición política.
Y finalmente, si de Partidos y Frentes que puedan superar el umbral del 2.5% fijado (70.879 votos) para ingresar al reparto de bancas de convencionales se trata, estará el Frente Amplio por la Soberanía “de Carlos del Frade”, que con Claudia Balagué al frente, va decididamente a la conquista del duro voto de izquierda (y porque no algún sector descontento con las políticas provinciales) que al menos le garanticen el 5% de hace dos años atrás.
Ahora “aceite verde y a la cancha”, solía decir el Lole.