Bebida de perlas: la hora del brindis

A un buen champagne se lo debe mimar desde el principio, prestando especial cuidado y atención tanto en el transporte como en el almacenaje. Es de suma importancia ofrecerle una temperatura constante. Si no se dispone de bodega o cava electrónica, será necesario guardarlo en un lugar que no presente cambios drásticos de temperatura, dado que se trata de un factor esencial que podría estropear el producto.

El ritual del brindis comienza tres horas antes de degustarlo, momento en que habrá que ponerlo a enfriar a una temperatura de siete grados.

Una vez bien frío, llega el arte de descorcharlo: manteniendo siempre un dedo sobre el tapón, se deberá desenroscar el alambre pero no quitarlo. Esto es importante porque el alambre aporta sujeción e impide que el corcho resbale en la mano. Seguidamente, habrá que inclinar la botella unos 45º mientras se sujeta el corcho con la mano izquierda (si se es diestro) y girar la botella con la mano derecha, siendo mucho más fácil de abrir de esta forma. No se debe dirigir el cuello de la botella hacia los invitados, sino que hay que descorcharla debidamente con discreción, sin golpes ni sonidos fuertes.

Al momento de servirlo se elegirá la copa flute (flauta o tulipa). Se debe comenzar siempre por el lado derecho del comensal, girando ligeramente la muñeca cuando se esté terminando de servir el champagne, para evitar que la botella gotee. 2/3 partes de la copa contendrán las burbujas de esta bebida espirituosa que hará despertar inmediatamente todos los sentidos de quien la beba.

Una vez abierta la botella, se la debe mantener a una temperatura ideal a partir del uso de una cubetera. Lo indicado es llenarla con dos tercios de agua y agregar cubitos de hielo, dejando un margen de diez centímetros hasta el borde. En caso de ser usada para enfriar una botella que tenga temperatura ambiente, se puede añadir un poco de sal dentro de la cubetera para acelerar el proceso de enfriamiento. En ningún caso es recomendable utilizar el congelador.

Ya por último, un par de casos particulares en los que el champagne debe degustarse a una temperatura diferente. Por ejemplo, el Blanc de Blancs debe alcanzar los 8ºC una vez en la boca, por lo que se debe tomar a 6ºC. Los rosés, en cambio, deben servirse a 6-8ºC, siendo recomendable un poco más de temperatura si la cuvée es millésimée. Por otro lado, los millésimés, Blancs de Noirs y cuvées de prestige se deben tratar como los grandes vinos que son, y servirse entre 10º y 12ºC.

El vino del éxito y la gloria por excelencia está servido. Resta solamente dejarse seducir por sus burbujas.

Fuente:  elkankuko.blogspot.com

 

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