El Ing. Agr. Federico Sciarreta, técnico de la empresa en Buenos Aires y La Pampa, explicó cómo lo lograron. En un campo de 70 ha se evaluaron los lotes y se eligieron los mejores para realizar un ensayo implantando una pradera de alfalfa, con la intención de darle un uso intensivo, de manera lograr unos 7 cortes anuales, entre producción de heno, megafardos y consumo directo por pastoreo. Sobre el caso este fue el diálogo mantenido con el Ing. Agr. Federico Sciarreta, técnico de Forratec en Buenos Aires y La Pampa, y director de esta experiencia productiva.
-¿Cómo fue el planteo productivo, producir 20 toneladas de alfalfa por ha en Ameghino?
-En el predio, de 70 ha -de las cuales 30 son bajos con problemas de alcalinidad- se hizo una ambientación para establecer las características productivas de cada lote y elegir así los más apropiados para implantar la alfalfa. Los de clase 1 o 2, de mejor potencial, fueron segregados para alfalfa y cultivos agrícolas (maíz y soja). Y en los de menor calidad, con peligro de encharcamiento temporario en invierno o falta de agua en verano, y con problemas de alcalinidad se establecieron pasturas perennes más rústicas como agropiro y festuca consociadas con lotus y otras leguminosas resistentes.
-¿Cuáles fueron los cultivos antecesores?
-En el lote donde se implantó la pastura de alfalfa del ensayo hubo cultivos anuales en los dos años anteriores. El primer año tuvo soja y el segundo pasó a un verdeo de invierno, avena, de la que luego se hizo silo en diciembre, y se lo dejó reposando en barbecho hasta el otoño siguiente. Se buscó que el lote llegue a la siembra de alfalfa con buena acumulación de agua en los primeros centímetros de profundidad, donde va la semilla, y poco rastrojo en superficie, para facilitar la operación de siembra, que siempre es crítica para implantar pasturas.
-¿Se fertilizó el lote?
-Se hizo análisis de suelo de todo el campo. Se encontraron muy bajos niveles de fósforo y azufre: 8 ppm y 5 ppm, cuando para alfalfa debería llegarse a 15 y 30 ppm, respectivamente. Teniendo en cuenta ese objetivo, el primer año se aplicó fósforo, reponiendo lo extraído por el cultivo más un plus para ir generando mayor disponibilidad de este nutriente. A la siembra, se fertilizó con 200 kg/ha de fosfato diamónico y previamente a la primavera, se aplicaron 200 kg/ha de superfosfato triple. Este fertilizante se aplicó también en el segundo y tercer año, pero en el otoño, para mejorar el balance de nutrientes. En el segundo año, durante el descanso de otoño, al notarse una acentuada falta de azufre, se fertilizó con 500 kg/ha de yeso, aportando también algo de calcio, para mantener el pH en 7, el valor ideal buscado para la producción de alfalfa.
-¿Cuál fue la densidad de siembra?
-Tratándose de un suelo clase 2 de alto potencial, se utilizaron altas densidades de siembra (20 kg/ha), pero distribuidas en dos operaciones: una siembra de 10 kg/ha y otra cruzada, a 45/50 grados, con los 10 kg/ha restantes. Así, se logró una distribución más uniforme de la semilla en el espacio, evitamos la competencia dentro del surco y logramos una mayor cantidad de plantas nacidas. Se lograron 360 plantas por m2 que es lo ideal para que un lote de alfalfa comience a producir. Se usó una sembradora de granos finos en directa, trabajando mucho en su regulación para hacer una buena siembra, ya que lo ideal sería una sembradora con un distanciamiento mínimo de 8 cm entre líneas que no existe en el mercado. Para evitar una presión excesiva de siembra, se cruzaron las dos operaciones y se trabajó sin las ruedas tapadoras, pero teniendo en cuenta que la semilla quede bien apretada contra el fondo del surco, utilizando una rueda pisadora de grano. Así logramos que la semilla quede a 1 a 2 cm de profundidad, donde hay humedad en el suelo, con una cantidad de tierra mínima -de medio centímetro- sobre la semilla, al no usar tapadora.
-¿En qué fecha se sembró?
-La fecha de siembra es determinante para el número de plantas a lograr. Habitualmente se siembra entre marzo y abril. En este caso se implantó el 20 de abril por el corrimiento de las temperaturas de verano, entrado el otoño, para evitar que el calor afectara las plantas al nacer. Tampoco puede extenderse la fecha de siembra más allá de mediados de abril, para lograr que la planta de alfalfa esté suficientemente desarrollada para enfrentar los primeros fríos: las heladas son críticas para plantas muy chiquitas y es probable que algunas mueran y quede muy desparejo el cultivo.
-¿Qué grupos implantaron?
-En la latitud de Ameghino no se ven grandes diferencias entre los grupos de latencia en cuanto a la producción total de materia seca (MS). Más hacia el Norte conviene implantar grupos más altos porque tienen potenciales de producción más elevados. Como parte de la producción estaba destinada a reservas, optamos por un grupo intermedio 6 o 7, que tuviera un período de reposo en invierno y comience a activar su crecimiento en primavera. Al elegir un grupo de alfalfa, es crítico saber qué tipo de estructura de planta presentará. Los más cortos tienen más calidad, más densidad de hojas y menos tallos. En estas latitudes también es crítica la influencia de las heladas con períodos prolongados y las heladas fuertes en épocas de sequía. Los grupos más cortos se adaptan mejor a estas circunstancias y persisten más, por el tiempo de reposo y porque la raíz puede desarrollarse a mayores profundidades, independizándose así de la humedad existente y del riesgo de heladas.