La campaña estadounidense va tomando forma

Mientras se define la oferta que volcará; se suman los altibajos en los aceites vegetales. Brasil requiere humedad para sembrar y mejora la relación de precios locales en relación a CME.

La campaña estadounidense va tomando forma y, si bien queda un camino por recorrer, se cuenta con más elementos a la hora de estimar producción y oferta en los meses siguientes. Los cultivos de soja atraviesan su ciclo vegetativo, habiendo culminado la fase de floración, con la mayor parte del área formando vaina y los primeros cuadros están dejando caer hojas. Luego de breves períodos con lluvias irregularidades, las previsiones de corto plazo aseguran niveles de humedad satisfactorios para el cultivo hacia el Medio – Oeste y franja este de las planicies.

Más allá de las razones que hacen a la oferta, el mercado de soja agrega una cuota de incertidumbre derivada de la utilización de biodiésel en la elaboración de combustibles convencionales. Como para tener un parámetro, el 43% de la demanda agregada de aceite de soja en EE.UU. es absorbida por las plantas de biocombustibles. Un 51% corresponde a alimentación humana y otros usos industriales, mientras que el 6% restante es canalizado a la exportación.

La idea de recortar los mandatos obligatorios volvió a instalarse en la agenda del gobierno estadounidense, frente a las reiteradas solicitudes de las refinerías. En este sentido, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) sugiere rebajar la mezcla requerida por debajo de los niveles del año pasado y, según trascendidos, volver a elevarlos a partir del 2022. De acuerdo a la legislación actual, las compañías petroleras deben mezclar biocombustibles en la producción de naftas y gasoil y, en caso de no cubrir los requerimientos, adquirir créditos negociables en el mercado, más conocidos como RINs. Mientras no haya definiciones concretas, cualquier rumor que trascienda, generará cambios repentinos en la operatoria.

La demanda asiática es clave en la formación de precios e India es un jugador relevante en la región. Recientemente, rebajó temporalmente los aranceles a la importación de aceite de soja, siendo de 8,25 puntos porcentuales, tanto para las variedades crudo como refinado. A mediados de la semana pasada, las autoridades gubernamentales de India anunciaron la flexibilización de sus requisitos para el ingreso de harina de soja genéticamente modificada (GMO) por una cuota de hasta 1.200.000 tn. El objetivo es facilitar el abastecimiento a sus consumos forrajeros, entre los que se destaca la industria avícola. La medida rige hasta el próximo 31/10.

Paulatinamente Brasil irá cobrando mayor atención en el mercado, estando a unas tres semanas para las incorporaciones de ciclos tempranos. Habitualmente se inicia la siembra en estados como Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, San Pablo y Santa Catarina. Los productores brasileños se encaminan a destinar un nuevo récord de superficie en esta campaña que, según los primeros cálculos oficiales, sería de 39,91 mill.has. Esto implica una expansión del 3,6% y señala un potencial productivo de 141,30 mill.tn. Lógicamente que son números muy tentativos y sujetos al porvenir climático. Actualmente, el epicentro productivo presenta niveles acotados de humedad y temperaturas más altas de las usuales, anticipando un septiembre con escasos aportes pluviométricos.

Mientras en CME las cotizaciones están rondando los 500 U$S/tn, los precios locales han mostrado una sostenida recuperación. Analizando el comportamiento de ambos mercados, observamos que los valores negociados en nuestro país (con entrega inmediata) equivalen a un 70% de la referencia internacional, retornando a los niveles de principios de año, es decir, previo al ingreso de la cosecha.

Dicho ratio se ubica unos 6,7 puntos porcentuales por encima del promedio calculado en lo transcurrido del 2021, aunque no logra superar las marcas del 2020. A modo de ejemplo, un año atrás, el precio FAS de la soja equivalía al 73% del valor lleno en CME, tomando como referencia la posición más cercana. La diferencia es mayor si trazamos la comparación con la evolución del 2019, pero vale recordar que, en ese entonces, regía un esquema de derechos de exportación diferente al vigente hoy en día.

En caso de ser vendedor, mientras se tiene mayor precisión de las variables analizadas en el presente informe, asegurar un precio mínimo (mediante estrategias de cobertura flexibles) puede ser una alternativa. Tomando un horizonte de sólo dos meses, el mercado climático estadounidense ya habrá concluido y, con la recolección en curso, tendremos más certeza de la producción que esté “priceando” el mercado. Otro punto a considerar es la superficie que efectivamente esté sembrando Brasil y en qué circunstancias, más allá de las intenciones optimistas que se descuentan a la fecha. Muy probablemente haya más definiciones en cuanto a la política de biocombustibles que lleve a cabo el presidente norteamericano, Joe Biden.

En el ámbito local, contaríamos con un panorama político parcialmente “definido”, tomando el desarrollo de las elecciones legislativas primarias, aunque todavía con la incertidumbre de los resultados en el sufragio general. (Las opciones a noviembre expiran el 29/10). Con la compra de un PUT a un strike de 340 para entrega en noviembre se obtiene un precio mínimo garantizado de 331,80 U$S/tn, descontando el pago de la prima. Son valores que se acercan a los operados a principios de mes en el segmento disponible.

De pretender reducir el pago de la prima, existe la posibilidad de operar futuros sintéticos, complementando la estrategia con venta de CALLs en simultáneo. Lanzando a un strike de 368, limito el precio neto de venta a un máximo 363,40 U$S/tn y rebajo el costo de esta cobertura piso – techo a 4,60 U$S/tn. En efecto, también elevo el precio mínimo a 335,40 U$S/tn.

Autor: Eugenio Irazuegui;  Responsable de Research de Enrique R. Zeni y CIA

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