La de Rodolfo Accorsi es también la historia de Héctor Trottini, y seguramente la de muchos otros tamberos y ganaderos que conscientes de la importancia que tiene disponer de alimento de calidad para la alimentación animal decidieron avanzar en la cadena de valor.
Accorsi es veterinario y Trottini, contador. Ambos son tamberos y socios de Tecnosilos Totoras – en honor a la localidad santafesina en la que viven-. El primer paso lo dieron en 1997, cuando junto a otros seis productores decidieron importar desde Holanda una picadora de forrajes para poder realizar sus propios silos sin depender de nadie. Al poco tiempo, productores ajenos al grupo, comenzaron a demandar el servicio.
“Vimos que había una demanda insatisfecha y también una oportunidad de crecimiento”, comenta Accorsi. Fue así como comenzaron a adquirir más máquinas. Primero fue una Jaguar 695 Mega, luego una Jaguar 850, después otra 870. Llegaron a tener cinco picadoras Claas.
En 2014, Accorsi decidió abrir su propio camino y junto a su socio y amigo Héctor Trottini, fundó Tecnosilos Totoras. “Los dos somos productores lecheros, y se da un lindo ensamble: un hombre de números con un hombre de campo”, señala. Hoy trabajan casi 4000 hectáreas por año en el centro-sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires y Córdoba, y sur de Santiago del Estero. De ese total, el 80% corresponde al picado de maíz y el resto se reparte entre sorgo, alfalfa, trigo y otros cultivos de invierno.
“Nos gusta decir que tenemos una empresa boutique que presta servicios de calidad al productor”, afirma el contratista. “Para crecer, necesitas diferenciarte de los demás. Y eso hoy en día significa modernizarte, sobre todo en lo referido a gestión de datos, mapeo de rendimiento y agricultura de precisión”, reflexiona Accorsi. “Creemos que a futuro va a ser un elemento fundamental brindar información al instante y en detalle sobre el volumen de material picado o el contenido de materia seca, por ejemplo. Y con el mapeo del lote, luego el productor también podrá determinar con precisión la siembra y fertilización”, agrega.
Esa búsqueda constante de la calidad los llevó, en plena pandemia, a renovar su flota de picadoras al incorporar dos equipos Claas de última generación: una Jaguar 960 y otra Jaguar 950 con cabezales Orbis 750 y Orbis 600 respectivamente. “Hicimos el esfuerzo de cambiar en esta campaña las dos máquinas para que todos nuestros clientes cuenten con el mismo servicio de telemetría y procesamiento de datos. A la Jaguar 950 la estrenamos en octubre con las pasturas, mientras que la Jaguar 960 llegó hace pocas semanas. Ahora ambas están abocadas al picado del maíz”, apunta.
Entre sus clientes hay productores de 10 hectáreas hasta establecimientos de más de 400 hectáreas. El 55% son tamberos y el resto, ganaderos. El objetivo es que todos puedan aprovechar el aporte de la tecnología, por eso incorporaron a un nuevo operario para que se dedique exclusivamente al procesamiento de datos.
“Es un servicio gratuito que ofrecemos, pero que además queremos imponer. Nuestra idea es hacer conocer esta tecnología para que se use. Es lógico que los productores más grandes, que siempre han estado a la vanguardia, la van adoptar más rápidamente. Pero también entendemos que el mapeo es muy útil para los productores tamberos”, asegura Accorsi.
Además del sistema Cebis, que funciona como el cerebro de la máquina y permite el procesamiento de todos los datos recopilados, Accorsi destaca el servicio de Telematics para controlar online y a distancia el funcionamiento del equipo. “Nos enamoró”, confiesa. “Tenemos la posibilidad de tener la máquina en el bolsillo. Desde la pantalla de mi celular puedo monitorear la regulación o las revoluciones de la picadora. Además, le puedo ofrecer la plataforma a cada cliente para que vea en vivo y en directo lo que está haciendo la máquina en su campo”, agrega.
Más allá de los avances en agricultura de precisión, el contratista resalta otros dos aspectos de las Jaguar recientemente adquiridas: el nuevo cabezal Orbis y el innovador cracker Shredlage. Por un lado, el cabezal cuenta ahora con un diseño ergonómico que posibilita un mejor flujo del material y mayor calidad de corte. “Además, se pueden regular las revoluciones del cabezal, que es muy importante a la hora de picar maíces caídos o sorgo, ya que permite levantar todo el material”, argumenta. Por último, tiene la particularidad de un rápido plegado en tan solo 15 segundos.
Por otro lado, en su función de médico veterinario, Accorsi subraya las virtudes del Shredlage, un cracker de última generación exclusivo de Claas. “En el silaje de maíz, la energía proviene el 60% de la mazorca y el 40% restante es fundamentalmente celulosa, que es de baja digestibilidad en los rumiantes. Pero este nuevo cracker permite aumentar la agresividad no solo dañando el grano, sino también lacerando la fibra, dándole un tratamiento a la planta que permite un mayor aprovechamiento por parte de las bacterias en el rumen de la vaca. Todo esto aumenta la digestibilidad de la celulosa en el animal y eleva la energía, que redunda finalmente en una mayor producción de carne y leche por kilogramo de materia seca de silo producido”, explica.
En su largo historial, el contratista ya ha sido propietario de 14 picadoras Claas, entre las que se incluyen una Jaguar 930 (con cabezal Orbis 450) y una Jaguar 960 (con cabezal Orbis 750), que dieron inicio a la aventura de Tecnosilos Totoras y que precedieron a las nuevas adquisiciones. “Para la renovación de los equipos tratamos que no pase de cinco o seis años, para que no se caiga tanto el modelo y actualizarnos además con la tecnología. Pero nunca dudamos en seguir con Claas. Cuando tenés una máquina confiable, de vanguardia, con respaldo de posventa y relativamente económica para reparar, cuesta mucho cambiar la camiseta”, finaliza.