En términos de volúmenes del mercado de Trigo, Latinoamérica, con Brasil a la cabeza, representa unos 14 millones de toneladas potenciales para ser abastecidos desde Argentina y aunque en los últimos años el país descuidó el mercado de dicho cereal, el país tiene grandes posibilidades de recuperar terreno en el corto plazo.
Si a esto se suman unos 5 millones de toneladas para consumo interno, la producción nacional de Trigo podría llegar a los 18 o 19 millones de toneladas, lo que significarían unas 6 millones de hectáreas sembradas a nivel nacional, e implicaría aumentar en un 50% el área de siembra actual.
De los tres factores que hoy por hoy afectan al cultivo, como el tipo de cambio, las retenciones y las licencias de exportación, es muy probable que por lo menos dos de ellos se modifiquen en el mediano plazo, lo que significaría un aumento de precio y de los volúmenes de negocios que reposicionarían al Trigo como un cultivo de importancia en la rotación y en el esquema económico financiero del productor.
Algo parecido puede ocurrir con el maíz, donde la liberación del mercado y una disminución de retenciones lo posiciona a un nivel de alta competitividad respecto de otros cultivos. A esto se le suma la posibilidad de un excelente año en lo referido al clima, ya que las probabilidades de volver a repetir un ciclo Niño son más altas esta temporada que la pasada.
Todo esto implica la necesidad de utilizar materiales con alto potencial de rendimiento y calidad y que sean eficientes en cuanto a la ecuación de costos.