En lo que va del mes, el precio medio del novillito aumentó un 4,4% pasando de $114 a $119 el kilo mientras que la vaquillona aumentó cerca de un 6% en los últimos quince días al pasar de $111 a $116 el kilo. Lo cierto es que estos aumentos aun no se están pudiendo reflejar plenamente en los mostradores. Claramente estamos cerrando un año con varios desajustes a nivel relaciones de precio. En efecto, precio del gordo corrió durante prácticamente todo el año con un retraso frente al ternero de reposición, por lo que esta suba, de algún modo, estaba contemplada. Sin embargo, la suba del gordo llega tarde y tampoco logra corregir la relación para el engordador.
Durante el último mes, el ternero de invernada en ROSGAN aumentó un 10% mientras que el novillito en Liniers lo hizo en un 11%, es decir, no ha sido más que un traslado de la curva, manteniendo sin cambios la relación entre estas dos categorías. Si avanzamos hacia el consumo propiamente dicho, el nivel de compra promedio de la familia ha caído este año y continua muy debilitado por el bajo nivel de ingresos reales que registra el asalariado.
El consumo medio por habitante ha caído en el último año unos 2,5 kilos, pasando de una media de 52,5kg en 2019 a 50,0 kg per cápita actuales. De esta caída, aproximadamente 1,0 kg fue absorbida por el pollo y el cerdo mientras que el resto responde a un recorte neto en el gasto de las familias. En este contexto, las carnicerías no están pudiendo trasladar plenamente la totalidad de los aumentos.
De acuerdo al relevamiento de precios minoristas que realiza todos los meses el IPCVA (Instituto de Promoción de Carne Vacuna Argentina), durante el mes de octubre los principales cortes de carne vacuna aumentaron en promedio un 1,0% en relación al mes previo, comparado con ajustes del 3,6% y del 14,5% en pollo y cerdo, respectivamente. Si observamos la evolución mensual de los precios de estos tres tipos de carne en los últimos cinco años vemos que las correcciones de precio, en especial en carne vacuna, suelen ser temporales. Esto es, tras correcciones fuertes contra inflación, luego el precio se ameseta quedando nuevamente retrasado a los pocos meses.
En efecto, tras la corrección del mes de abril -en pleno inicio de la cuarentena- donde los aumentos registrados en cortes vacunos superaron el 10%, en los últimos 7 meses, el precio de la carne solo se ha movido un 8% acumulado, fluctuando de manera ininterrumpida por debajo de la inflación.
Si nos guiamos por el comportamiento histórico que muestran los precios en estos últimos meses del año, es normal que la carne ajuste para esta época, dado el vaciamiento que comienzan a mostrar los feedlots previo al recambio de stocks, sumado a la proximidad de las fiestas donde el consumo tiende a fortalecerse. En los últimos dos años, los ajustes en el precio de la carne vacuna durante diciembre y enero, han duplicado la inflación. En la transición 2018/19, el precio de la carne corrigió un 9,2%, de acuerdo al relevamiento del IPCVA, mientas que la inflación acumulada del bimestre diciembre-enero registró un 5,6%.
En tanto que, en la transición del año pasado (diciembre 2019/enero 2020) el precio de la carne vacuna corrigió un 12,7% mientras que el índice general de precios lo hizo en un 6,1% bimestral. Si bien estas son estadísticas reales de los últimos dos períodos, años en los que el contexto país resulta ciertamente comparable, el resto de las variables analizadas también marcan la necesidad de una adecuación de los valores de la carne hacia fin de año.
El punto clave es saber hasta dónde resiste el consumo y cuanto deberán ceder los eslabones intermedios. La industria frigorífica, que hoy ostenta una enorme capacidad de procesamiento, va a ser un jugador importante en la presión por hacerse de mercadería al desafectar temporalmente las operatoria de vacas durante la transición de compras chinas. Los feedlots, quienes vienen siendo los grandes perdedores del año ante el fuerte incremento del cereal y una relación de reposición muy poco favorable, presionarán sin dudas -como ya lo están haciendo- intentando recuperar parte del contra margen a través del valor del gordo. En tanto, los abastecedores y carniceros deberán ajustar los números frente a un consumidor que ya poco tiene por ceder en materia de presupuesto y ha demostrado ser más flexible de lo esperado en términos de volúmenes de compra.
Fuente: RosGan