El perfil de la faena de julio último viene a confirmar un cambio, por ahora incipiente, en la dirección del ciclo ganadero, con más machos y menos hembras en los corrales de los frigoríficos. En julio, la faena de vacas fue un 17% inferior a igual mes del año anterior, mientras que el acumulado de los primeros siete meses del año marca una caída del 7%. La matanza de vaquillonas retrocede en julio un 5%, pero sin alcanzar a cambiar la tendencia de los primeros siete meses, que muestra todavía un aumento interanual del 9,5%. En cuanto a la faena de novillos, muestra en julio el segundo registro más alto de los últimos ocho años, sólo un 0,8% inferior al de igual mes del año pasado. En julio también hay más novillitos (+2,6%), mientras sigue bajando la faena de terneros (-23%) y terneras (-23%). Una desaceleración en la faena de vacas, agregado a la mayor participación de los machos (56% en julio), son señales positivas, aunque de todas maneras se sigue esperando una caída del stock para fin del año 2020. La dirección es buena: en lo que va del año, ha caído 52 mil cabezas la faena de hembras y ha subido 340 mil la de los machos.
De una encuesta que hemos hecho entre consignatarios y operadores del mercado de cría e invernada, surge que la inmensa mayoría de los compradores de invernada -y últimamente también de vacas de cría- son ganaderos o productores mixtos, que no quieren tener dinero a plazo fijo, comprar dólares o quedarse con los pesos una vez que venden hacienda gorda o granos.
En los últimos dos años se registra la vuelta, por ahora incipiente, de muchos productores agrícolas a la rotación con ganadería, que puede darse bajo la modalidad de engorde a corral -usando grano propio- o como sucede cada vez más recurrentemente, con planteos de recría, que incluyen la rotación con pasturas o verdeos. Si solo una fracción de la actual superficie agrícola se destinara a la recría o a la producción de carne, sea con verdeos, praderas, o cultivos de servicio, la demanda por terneros podría acelerarse notablemente, desequilibrando el mercado de invernada, que podría recuperar de manera estable el sobreprecio del ternero de invernada en relación al novillo gordo, sobreprecio que ha existido en la Argentina durante largos periodos y que se registra también en la mayoría de las ganaderías evolucionadas del mundo.
Es improbable que la ganadería vuelva por ahora a la zona agrícola núcleo, pero se observa una incipiente recuperación de la recría y el engorde en las zonas de menor aptitud agrícola, o de menores precipitaciones, o de rindes aleatorios, donde una ganadería “bien hecha” puede competir hoy con los márgenes brutos de la agricultura. Si solo dos millones de hectáreas, de las 33/34 millones (netas de doble cultivo) que se destinan hoy a la agricultura se dedicaran a la ganadería, se generaría una demanda adicional -para ponerlas a producir- del orden de las 3-4 millones de terneros, imposible de satisfacer por un sector criador estancado. Este último otoño, el destete nacional totalizó los 15,2 millones de terneros, pero para el otoño del 2021 debe esperarse una caída en ese registro, a causa del menor número de vacas en el stock (-500 mil a diciembre último), por el menor índice de preñez durante el servicio 2019/2020 y por la cantidad de vacas que se mataron preñadas el año pasado. En resumen: si sólo una fracción de la superficie agrícola volviera a la ganadería, se generaría un desequilibrio entre oferta y demanda en el mercado de invernada.
Autor: Ignacio Iriarte