La gran región sudamericana desde Río Grande, en la frontera mexicana de los Estados Unidos, hasta la Patagonia, implica diferencias geopolíticas significativas que, sin embargo, han puesto de manifiesto una comunidad de problemas hacia la crisis pandémica. Como en otras partes del mundo, el confinamiento forzado de la población ha provocado un cambio repentino en el comportamiento del consumidor, con el colapso del servicio de alimentos a favor de la venta minorista.
Las preferencias de consumo también cambiaron repentinamente, con un rápido aumento de productos como la leche UHT y el polvo, pero con una caída significativa del queso. Las compañías tuvieron que reorganizar los ciclos de producción asignando la leche a las producciones más solicitadas, pero no hubo escasez de productos en los estantes como en otras partes del mundo; esto también para un cierto hábito de los operadores de adaptarse a los rápidos cambios que a menudo caracterizan a la región.
Las principales empresas diversifican los ciclos de producción hacia el comercio minorista, el servicio de alimentos y los productos básicos, las repercusiones han sido mucho menores que los procesadores artesanales, especialmente los productores de queso, que también se encontraron incapaces de retirar la leche, y se fueron sin una salida para los productores que a menudo se han visto obligados desviar la la leche.
Además de esta situación, común en los muchos países afectados por Covid, el sector lácteo latinoamericano tuvo que enfrentar la volatilidad de la moneda. En marzo y abril, la gran mayoría de las monedas de la región se depreciaron frente al dólar, con una situación particularmente grave en los principales países productores de petróleo, México y Colombia, que continúa hasta nuestros días.
La devaluación monetaria tiene un efecto negativo en toda la cadena de suministro de productos lácteos, ya que los bienes y los factores del ciclo de producción que se importan, valorados en dólares, conducen a un aumento en los costos de producción, lo que puede conducir a la negatividad de los márgenes operativos y una consiguiente disminución de las importaciones en sí, como sucedió en Brasil y México, y por lo tanto en las cantidades producidas, así como una anomalía en los precios entre los de la leche contratada y la leche spot.
Para los exportadores, por el contrario, tendría la ventaja de poder ofrecer precios más bajos en los mercados internacionales, beneficiando, por ejemplo, a Argentina y Uruguay, pero con la caída de la demanda de países como Argelia o Rusia, la situación no es ni siquiera para las exportaciones, color de rosa.
La incertidumbre determinada por Covid tiene mayor evidencia en América Latina que en otros contextos mundiales debido a la fuerte volatilidad económica, política y social que caracteriza a la región. La pandemia ha demostrado, cuán fundamental es la estabilidad en los ciclos económicos y de producción. Esto es particularmente crucial en contextos geográficos donde la volatilidad, en todas sus formas, es el desafío constante para todo emprendedor.
Fuente: OCLA