Hace un año, publicábamos un informe acerca del negocio de los espacios de coworking y su crecimiento en la ciudad. Sin embargo, en aquel momento estábamos lejos de prever un escenario como el que forzó el avance del Covid-19 en Argentina. En el primer día del aislamiento social preventivo y obligatorio, nos comunicamos con directores de los espacios de trabajo comunitario locales y apuntaban que la actividad se detendría hasta un eventual retorno a la normalidad. El momento de reabrir llegó hace aproximadamente un mes, aunque con algunas restricciones. ¿Podrá el sector readaptarse y volver a funcionar bajo la nueva normalidad?
Hay dos fuertes posturas respecto al futuro del coworking. Por un lado, basándose en las caídas del valor de WeWork, algunos le auguran un fin a una tendencia que venía creciendo a pasos agigantados hasta hace apenas unos meses. Por otro, los voceros de la firma confían en que la flexibilidad de horarios y espacios haya ganado suficiente valor entre los intereses de los trabajadores como para ayudar a que la demanda post cuarentena supere incluso los niveles anteriores.
.Ian Co., ubicado frente a la Facultad de Derecho de Rosario, retomó su actividad en mayo. Según comentó Estefanía Grimaldi, su community manager, terminaron el verano con casi el 100% de los puestos de trabajo ocupados, pero actualmente la ocupación es del 30%. Sin embargo, confía en que la situación se vaya normalizando conforme la circulación de personas y la actividad comercial vaya volviendo a la normalidad. En La Maquinita Co. la foto es bastante similar. Ariel Fiori, gerente, comenta que actualmente hay un 25% de la capacidad del inmueble ocupada. No obstante, sostiene que hay un nivel de consultas bastante bueno, aunque la gran mayoría dice que tiene intensiones de volver al coworking a partir de septiembre.
Las medidas de seguridad e higiene son la clave en este contexto. Grimaldi explicó que los coworkers deben pasar por una barrera sanitizante antes de ingresar, lavarse las manos con alcohol en gel, tomarse la temperatura y completar el formulario de registro para la trazabilidad. Todos los habitáculos del inmueble de calle Córdoba fueron restringidos en un 50% de su capacidad ocupacional. Se removieron sillas para que no se puedan compartir escritorios y se señalizó con stickers la distancia de distanciamiento reglamentaria: 2,25 metros.
La confianza del sector está puesta en el eventual retorno a las oficinas después de la cuarentena. “Creo que cuando todo pase, volveremos a ser elegidos. Sobre todo por el público que antes de la cuarentena alquilaba oficinas con contratos de dos años”, dice Grimaldi. Según sostiene, la flexibilidad de un alquiler mes por mes, sin un contrato de por medio, podría ser un incentivo para que las empresas vuelvan a fijarse en el coworking.
Con respecto a este último punto, también es necesario considerar la relevancia que ha tomado el home-office. En un informe anterior, varios expertos coincidían en que el experimento del teletrabajo había sido exitoso en la mayoría de las empresas y la mayoría de los trabajadores deseaba tener la opción de seguir trabajando desde sus hogares. Quedará en las empresas evaluar si prefieren mantener a sus distintos equipos de trabajo haciendo home-office, o si optarán por reubicarlos en un coworking.
El gerente regional de WeWork en China, Alan Ai, sostiene que, en realidad, no es el home-office lo que ha ganado valor, sino la flexibilidad de horarios y espacios. En ese sentido, la apuesta de la empresa y de aquellas que tienen modelos similares estará en las prestaciones de alta calidad, con buenas conexiones a internet, mobiliario ergonómico, ambientes específicamente diseñados para estimular el clima laboral y la cultura de trabajo y cooperación. En nuestro informe de 2019 hablamos con varios profesionales que alquilaban espacios individuales y señalaban que este último punto era uno de los más valorados. “Emular esas prestaciones en el hogar es algo muy difícil”, dice el Chino, quien confía en que muchos trabajadores que ahora se encuentran en sus hogares podrían estar dispuestos a mudarse al coworking en cuanto haya cierta previsibilidad.
En 2018, Forbes planteaba el desafío del coworking como una competencia con las oficinas; sostenía que las tarifas de estos espacios, considerablemente inferiores a los alquileres tradicionales, y la ausencia de contratos estrictos podrían marcar la diferencia. Sin embargo, la pandemia ha cambiado las reglas y hoy el rival a vencer parece ser el home-office, ¿podrán volver a la cresta de la ola?