La nueva edición del informe Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas: una mirada hacia América Latina y el Caribe 2019-2020 elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) destaca la bioeconomía como una forma innovadora de impulsar el desarrollo rural sostenible en América Latina y el Caribe (ALC).
El informe fue presentado en la Conferencia de Ministros de Agricultura de las Américas 2019, que se lleva a cabo en San José, Costa Rica, y señala que el desarrollo rural es fundamental para enfrentar el aumento del hambre, la pobreza y el impacto del cambio climático en la región, por lo que debe estar al centro de las estrategias de gobierno.
El documento plantea que una de las formas de potenciar ese desarrollo es mediante la bioeconomía, que es la utilización intensiva de conocimiento sobre los recursos, los procesos, las tecnologías y los principios biológicos para la producción sostenible de bienes y servicios en todos los sectores de la economía.
Biocombustibles, biogás, utilización de residuos biológicos y desechos agrícolas, textiles derivados de celulosa que reemplazan el uso de plásticos derivados de petróleo, polímeros en base a semillas de aguacate, bioetanol y biotecnología agrícola son algunas de sus aplicaciones actuales en ALC.
Según el informe, la bioeconomía no solo es una oportunidad para la región debido a su amplia biodiversidad, recursos genéticos, diversidad de paisajes productivos y capacidad para producir biomasa, sino también una necesidad por el reto de encontrar nuevas rutas para un desarrollo rural y agrícola más sostenible e inclusivo.
ALC contiene el 50 % de la biodiversidad mundial conocida, 57 % de los bosques primarios y la mayor disponibilidad de tierras para cultivar.
“La bioeconomía permite aprovechar la riqueza biológica de la región para potenciar el desarrollo productivo, tiene la ventaja de promover un desarrollo bajo en carbono y resiliente, aprovecha los residuos de forma rentable, plantea el uso alternativo de la biomasa, genera cadenas de valor sofisticadas en industrias novedosas como construcción, farmacia y de cosméticos, y plantea el uso de las zonas rurales como biofábricas”, destacó Manuel Otero, Director General del IICA.
“El mundo rural y agrícola de América Latina y el Caribe es una pieza clave de la seguridad alimentaria mundial. Produce alimentos para cientos de millones, alberga el 50 % de la biodiversidad global y tiene el 30 % de los suelos arables. El agro, los sistemas alimentarios y el medio rural son parte de la solución para dinamizar el desarrollo de la región y representan una enorme oportunidad que no podemos desaprovechar”, explicó Julio Berdegué, Representante Regional de la FAO.
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, destacó la importancia de fomentar en la región una bioeconomía que sea sostenible e inclusiva. “Las contribuciones pueden ser múltiples; por ejemplo, a la producción agrícola sostenible y la seguridad alimentaria, nuevas oportunidades para la creación de empleo decente en nuevas cadenas de valor de base biológica, especialmente para las mujeres y los jóvenes, y conocimientos para la conservación, gestión y uso sostenible de la biodiversidad”, indicó la alta funcionaria de las Naciones Unidas.