Por Ignacio Bongiovanni
De un instante a otro América Latina se ha convertido en núcleo de protestas violentas lideradas por movimientos pro-socialistas para desestabilizar la región. En Ecuador, donde el presidente Lenín Moreno había anunciado el fin de un paquete de subsidios para mejorar las finanzas del Estado, ocurrieron graves “protestas sociales” que se tornaron violentas. Destacándose, además, que las mismas autoridades denunciaron que había decenas de detenidos venezolanos ligados al chavismo en Venezuela y hasta al grupo narcoterrorista de las FARC.
En la capital chilena, en Santiago de Chile, ocurrió algo parecido. Luego del anuncio del presidente Sebastián Piñera sobre el incremento del pasaje del metro se iniciaron los “golpes en las calles”, que se expandieron con saqueos, destrozos e incendios en el subterráneo. Allí también se registró la presencia de ciudadanos venezolanos.
Argentina por su parte, lidia otra vez con la enorme posibilidad de retroceder y de repetir el populismo kirchnerista, de la mano de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, este último asegurando que de ser presidente sacará al país del “Grupo de Lima” además de afirmar que “En Venezuela no hay una dictadura, pero sí un Gobierno autoritario”. No hace falta agregar mucho más sobre este capítulo que se expandirá este domingo 27 de octubre.
En Bolivia, Evo Morales está intentando a toda costa perpetuarse en el poder. Hasta la OEA lo está denunciando. Perú muy complicado también, con idas y vueltas.
Esta ola desestabilizadora que se escuda en protestas sociales contra gobiernos que han cambiado su rumbo a políticas de liberalización económica responden a un proyecto mayor de líderes de izquierda agrupados en el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, que establece en su sitio oficial el objetivo de retomar el poder de la región para “adueñarse del mañana”.
Por tanto, estas movilizaciones no parecen ser casuales ni espontáneas. De hecho, desde Venezuela el dictador Nicolás Maduro y su secuaz Diosdado Cabello celebran que los planes del Foro de São Paulo están teniendo éxito y amenazan con que «la brisita bolivariana se extienda por la región». En definitiva, esto siempre transporta un proceso cíclico que termina avanzando sobre la democracia, la libertad, y reclamando la renuncia del mandatario nacional, como ocurre en Chile, Perú, Ecuador y Argentina.
Lo que llama la atención es que muchos que siempre ponen el grito en el cielo cuando sienten que sucede algo en el continente, hoy callan. Porque daría la impresión de que cuando los tiros vienen por derecha es represión, cuando vienen por izquierda es revolución.
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