En los últimos 25 años el cultivo ha tenido serios problemas, que abrieron la puerta a productores, técnicos y empresarios para que puedan observar la importancia de los factores limitantes, como las enfermedades. “Cuando un cultivo de alto potencial puede llegar a perder un 100 por ciento de la producción por este factor, se empiezan a valorar más las buenas prácticas agrícolas”, anticipó Daniel Ploper, director de la estación experimental agroindustrial Obispo Colombres, que será uno de los disertantes de Mercosoja, el encuentro que tendrá lugar en septiembre en Rosario.
El especialista, resaltó el alivio de las últimas campañas, ya que las epidemias no han sido tan graves como las que se sucedieron a fines del siglo pasado, donde se alcanzaron pérdidas globales de un 5 % de la producción de soja.
Según Ploper, es necesario considerar que no solo son de importancia las enfermedades que pueden causar pérdidas graves en lotes enteros, sino también aquellas que son endémicas, están presentes todos los años y son capaces de afectar el rendimiento.
“Estos motivos hacen que el control de las enfermedades se venga convertido en un capítulo importante para manejo del cultivo en general”.
Es decir, existe una evolución en el conocimiento de la sanidad, que parte desde la aparición de la Roya Asiática (2004-2005) y fue eje en la motivación de los productores agropecuarios para prestar más atención a la condición sanitaria del cultivo.
En la actualidad las pérdidas en el cultivo de soja varían de acuerdo a la zona geográfica, el tipo de enfermedades que se manifiestan, su control, aplicación de productos y resistencia genética de las plantas.
Muchas, en condiciones favorables y sin ninguna medida de control generan caídas que varían entre un 10 o un 15 % y si a esto se le suman afecciones por hongos de suelo en raíces o tallos las cifras son mayores. En Mercosoja, se analizará el problema del cancro del tallo que fue muy grave en la década del 90, pero se solucionó con la resistencia genética. Ahora hay otro tipo de cancro que está causando algunos problemas en la zona centro del país. “Vamos a presentar los genes de resistencia que existen para su control”.
Una observación que harán los especialistas pasará por analizar los años secos o con estreses hídricos y térmicos que suelen darse en el centro y norte del país. Ahí, enfermedades como la podredumbre carbonosa, pueden llegar a causar un 20, 30 o 40% de mortandad de plantas en estado reproductivo, indicó el Dr. Daniel Ploper.
Desafíos
Desde hace un tiempo, el Mercosur y los países productores de la oleaginosa, han tomado como reto posicionar al cultivo y orientarlo a un cambio estratégico de visión. Se habla de insistir con la incursión de la soja y lo biológico de la agricultura en otros negocios como la química, la industria automotriz, la maquinaria o el desarrollo de plásticos.
También, hay una visión de que lo vegetal ya no satisface solamente una necesidad desde el punto de vista de los alimentos u otra industria afín.
“El paradigma vegetal, de la soja y lo biológico, de a poco apunta a otro tipo de negocios. Ya no hablamos de la transformación tradicional, sino de la glicerina, los bioplásticos, lo reciclable y amigable con el medio ambiente”, consideró el profesor Sebastián Senesi (UBA) agregando que hay un rol importante en nuevos productos y servicios en base a lo biológico que avanza rápidamente.
A priori, señaló que por ahora los números grandes indican que el 60 % de las exportaciones de nuestro país, pertenecen a los agronegocios y de esa suma más del 50 % está asociado al complejo sojero.
“Vemos la importancia que tiene el cultivo y sus aristas productivas, industriales y de servicio para el desarrollo de la economía Argentina y el sostenimiento de sus ingresos”, indicó por encima de los cambios o reformulaciones que se aproximan.