Uno de los factores bióticos con mayor efecto sobre el rendimiento en trigo son las enfermedades. En este cultivo, las principales enfermedades son de origen fúngico, destacándose la fusariosis de la espiga y las manchas foliares como las royas, la septoriosis y la mancha amarilla.
En el sur de Santa Fe, la enfermedad más importante, por su frecuencia de aparición, es la roya anaranjada o roya de la hoja. Esta enfermedad se presenta todos los años, pero su intensidad varía en función del estado fenológico del cultivo, la susceptibilidad del material, la virulencia del patógeno y las condiciones ambientales. Los primeros síntomas se manifiestan a partir del estado vegetativo, como puntuaciones amarillentas, que se transforman en pústulas redondeadas de alrededor de 1.5 cm, en cuyo interior desarrollan las esporas de color anaranjado. Las pústulas se disponen en forma desordenada en la capa superior de las hojas. Con el avance de la estación, se forman pústulas negras que permanecen hasta el final del cultivo.
Las temperaturas óptimas para la infección son de alrededor de 20ºC, por lo que en inviernos benignos como el de este año, es de esperar que se produzcan ataques tempranos frente a la presencia de alta humedad por rocío, lluvias o neblinas.
Las royas producen varios ciclos de infección durante el ciclo del cultivo. Con temperaturas mayores a los 18ºC los ciclos se aceleran, produciendo un mayor número de ellos y, en consecuencia, epidemias más severas. El patógeno se disemina con el viento y la enfermedad puede ser muy agresiva. La medida preferencial de control es el uso de materiales resistentes.
Cuando se siembran grandes extensiones con materiales genéticamente uniformes, se pueden producir pérdidas a nivel regional de hasta un 50%. Con respecto al control químico, deben realizarse monitoreos semanales desde fin de macollaje. Las aplicaciones pueden realizarse con triazoles o estrobirulinasa partir de encañazón, tomando como criterio la protección de la hoja bandera y considerando una incidencia entre 15 a 20%. A la hora de decidir la aplicación, debe tenerse en cuenta que los cultivares resistentes no responden económicamente a la aplicación de fungicidas.(Inta)