“En la región del NOA se utilizan masivamente planteos de siembra directa, pero los mismos están muy lejos de cumplir con las rotaciones de cultivos necesarias”.
Así lo indicó Rodolfo C. Gil, investigador del Instituto de Suelos del INTA y director académico del “Programa Sistema-Chacras” Convenio INTA-Aapresid, durante el congreso Crea.
El investigador señaló que en el NOA se requiere una mayor incorporación de especies con una relación carbono/nitrógeno (C/N) amplia, tales como el maíz, el sorgo o las pasturas megatérmicas (como el Gatton panic o el Panicum maximum), cuyos materiales se descomponen más lentamente.
“Una agricultura reduccionista basada en el monocultivo de soja, con los niveles actuales de rendimiento, no alcanza para sostener en producción esos ambientes tan frágiles, por más siembra directa que se practique, incluso aunque esporádicamente se rote con algún maíz”, advirtió Gil.
Una agricultura “sustentable” parte del hombre y su ambiente como eje de atención primario, tratando de evitar la modificación de dicho ambiente; por lo tanto, lo ideal sería adaptar las tecnologías, junto con la planta, a cada ambiente en particular, de manera tal que sea éste último el que exprese su potencial de producción con el mínimo disturbio.
“Provocar el mínimo disturbio implica ser muy eficiente en el uso de los recursos naturales y eso requiere hacer una agricultura basada en el secuestro del carbono para sostener el balance de la Materia Orgánica en el suelo, con una superficie del suelo protegida con vegetación viva o muerta, sin erosión ni salinización, con nutrición balanceada a través de la reposición y reciclado de nutrientes, no contaminante y protectora de la biodiversidad”, explicó el técnico del INTA.
“Para alcanzar este objetivo de sustentabilidad se deben reemplazar las recetas generalistas por estrategias específicas para cada uno de los ambientes y sistemas de producción locales. Claro que, para lograrlo, tiene que primar un equilibrio sustentable entre las necesidades de la naturaleza y las necesidades e intereses del hombre”, añadió.
Diversos estudios realizados en la zona muestran un proceso de densificación con niveles superiores a 1,50 y 1,60 toneladas/m3, al cabo de diez años, en suelos de textura media-fina y gruesa respectivamente. El rango del estado prístino (monte) se ubica entre 1,10 y 1,25 toneladas/m3. “Eso significa una caída de la porosidad total del 55% al 40% y de la macroporosidad o porosidad de aireación a valores inferiores al 10%, que comprometen seriamente la infiltración y efectividad de las lluvias por reducción en la tasa de infiltración desde valores superiores a 150 mm/hora en el suelo de monte a menos de 20 mm/h en suelos agrícolas con manejos inadecuados”, alertó Gil.
Las pérdidas de agua por evaporación directa en suelos con poca cobertura constituye la principal causa de la baja eficiencia de los barbechos. “Se trata de una paradoja porque, justamente, es una práctica que se aplica para juntar agua para el próximo cultivo”, indicó Gil.
“Estas pérdidas en el funcionamiento físico de los suelos constituye un costo oculto para el sistema de producción. Sin embargo, en muchos casos ya se están haciendo visibles y tangibles, y muchos productores agrícolas del NOA notan que es más difícil producir lo mismo que años atrás”, concluyó.