“Establecer el rendimiento potencial de una zona es fundamental para entender la brecha entre rendimiento real y potencial y que opciones tenemos de acortar esa brecha. En zonas templadas de Argentina ya se han alcanzado 21 toneladas por hectárea de maíz y, en el caso del norte, en ensayos de 6 ó 7 años se ha llegado hasta las 16 toneladas por hectárea”.
Así lo indicó Sergio Uhart, doctor en Ecofisiología de Cultivos y Líder de R&D Semillas para la Región Meso Andina en Dow AgroSciences,durante una conferencia ofrecida en el Congreso Tecnológico CREA que se está desarrollando en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero de manera simultánea.
“Podemos ver que en la Argentina la ganancia genética se ha prácticamente triplicado desde la década del 90 con la incorporación de la labranza conservacionista, fertilización, el incremento de densidad y mejoras en la distancia espacial, entre otros factores”, apuntó.
“Pero si uno toma los últimos 12 años, las tasas de crecimiento de rindes en maíz se fueron estancando un poco; en la zona núcleo pampeana incluso hoy tenemos tasas menores que en el centro-norte de la Argentina”, añadió.
“Tener maíz significa también tener gramíneas que dejan residuos de alta relación carbono nitrógeno. Eso reduce la variabilidad de los sistemas agrícolas. En el norte del país observamos diferencias importantes de rinde, tanto en soja como en maíz, en lotes con buena cobertura de rastrojos versus aquellos que tienen tal cobertura”, explicó Uhart.