El primer caso de resistencia data de 1995

El ingeniero agrónomo Luis Lanfranconi, de la Agencia de Extensión INTA de Río Primero, Córdoba, se encargó de desarrollar la cuarta charla del ciclo 2014 de capacitación online Agricultura Consciente de Nidera. Con 34 años en el área de extensión, Lanfranconi relata su experiencia en la problemática de las malezas -desde que se involucró con el tema a fines de los `90 hasta llegar a la situación actual- y deja recomendaciones para enfrentar a las especies que han adquirido resistencia a los herbicidas.

Respecto del proceso creciente de aparición de malezas resistentes, Lanfranconi destaca que las gramíneas son las que más han avanzado en la resistencia a glifosato. “Aunque la resistencia ya era conocida en la Argentina, ya que en 1995 tuvimos un primer caso con yuyo colorado (Amaranthus quitensis) resistente a un herbicida de la familia de las imidazolinonas en la localidad de Isla Verde, de la provincia de Córdoba, con la llegada de las sojas RR el problema se resolvió rápidamente porque era una maleza sumamente sensible al glifosato”, explica Lanfranconi. “Sin embargo –agrega-, hoy esta maleza vuelve a ponerse en el camino, ya que el yuyo colorado volvió a ser un problema este año, presentando en este caso resistencia a glifosato y a los inhibidores del ALS, es decir imidazolinonas y sulfonilureas”.

Este avance de las malezas resistentes deriva en un aumento del costo de los tratamientos con herbicidas. “El problema es que con esa inversión no se soluciona –dice Lanfranconi-, ya que lo que hay que evitar es que las malezas se reproduzcan. En algunos casos, por la misma naturaleza de las malezas no lo podemos evitar, pero en otros los procesos de dispersión los hace el mismo hombre, fundamentalmente con las máquinas cosechadoras que son las principales responsables de trasladar las semilla de un lote a otro”.

El problema es muy importante para el país, con gran superficie afectada y lotes en situación sumamente compleja que pierden productividad. “Pero, en términos generales, el productor no visualiza la limpieza de las máquinas como algo crítico y por lo tanto no toma decisiones en tiempo y forma”, indica Lanfranconi. 

Cambio del sistema productivo

Al analizar las causas del aumento de especies de malezas resistentes, Lanfranconi ubica en primer lugar el cambio del sistema de labranza, al pasar de la remoción del suelo a la siembra directa. “Al dejar de remover el suelo hemos impactado sobre la flora que coloniza los sistemas productivos, favoreciendo el desarrollo de algunas especies como la rama negra, la moqueta, las malezas perennes y especialmente las gramíneas que son las que más avanzaron”.  

“A esto le tenemos que sumar que la siembra directa vino acompañada por sojas con una tecnología que permite el uso del glifosato sobre el cultivo. Esto marcó una nueva situación, definida por suelos que no se remueven, sojas resistentes a glifosato, especies favorecidas por el no movimiento de los suelos, disminución de las rotaciones y una gran facilidad para el control de las malezas sólo con glifosato. En síntesis, un cóctel que a través de los años generó la presencia de malezas resistentes”, indicó el especialista.

“Lo que hizo el productor, sin darse cuenta, fue ejercer un factor de presión muy grande utilizando un monoherbicida, que a su vez fue perdiendo fuerza y que en los últimos años derivó en el aumento de las dosis y de la frecuencia de las aplicaciones”.

“Paralelamente –agregó Lanfranconi-, dejaron de usarse herbicidas preemergentes que eran residuales y por lo tanto quedaban en el suelo impactando sobre el banco de semillas, que se fue incrementando y llevó a que aparecieran individuos resistentes al glifosato y al ALS. Esas malezas fueron ocupando un lugar importante dentro del terreno y pasaron a competir con el cultivo. Y hoy nos encontramos con que no tenemos las herramientas disponibles para controlarlas”.

Las más problemáticas

Después de realizar un paneo por todas las regiones agrícolas del país, señalando las malezas que generan los mayores problemas en cada una de ellas, Lanfranconi indica que la maleza resistente con mayor importancia es el sorgo de Alepo, que prácticamente ya ha ocupado toda el área agrícola de la Argentina, al que le sigue el yuyo colorado por su elevado potencial de dispersión ya que puede producir de 300 mil a 500 mil semillas por planta.

“Si nos olvidamos de `dosis de producto` y empezamos a pensar en `manejo del sistema  productivo` vamos a pasar a inclinar la balanza a favor del control”, asegura el técnico. Al respecto, agregó que “se necesita hacer muy buenos trabajos para el control de sorgo de Alepo de rizoma y a la vez grandes esfuerzos para que las semillas de esta especie no salgan de los lotes que están con problemas”.

Respecto del yuyo colorado explicó que es necesario “implementar un sistema muy cuidadoso de herbicidas preemergentes para evitar el nacimiento de esta maleza, generar competencia por sombreado de las plantas del cultivo y, fundamentalmente, llegar a tiempo con los tratamientos con herbicidas postemergentes”.

Recomendaciones

Por último, la charla de Lanfranconi se centró en las propuestas “que podemos transmitirle al productor para que opere en este nuevo esquema de producción”.

“Como en cualquier otra actividad, lo primero que debemos hacer es un diagnóstico –dijo el técnico del INTA-. Para eso, lo mejor es sentarse con lápiz y papel y anotar cuales son los lotes con problemas. Si las malezas están presentes habrá que cambiar la estrategia de trabajo, porque lo primero que se debe considerar es evitar que esas especies semillen y, si son pocas plantas, sacarlas del lote y del establecimiento lo antes posible”.

El segundo paso recomendado por Lanfranconi es la planificación de las actividades dentro del establecimiento. “Esa planificación tiene que ver con la rotación de cultivos que nos permita impactar sobre el desarrollo de las malezas, la rotación de mecanismos de acción de herbicida para no generar malezas resistentes”. Paralelamente, Lanfranconi señala que es necesario implementar otras vías de control. “Por ejemplo, si la maleza es sorgo de Alepo habrá que considerar un sistema de cortes verticales para trozar rizomas, o en el caso del yuyo colorado terminar de remover a mano los pocos individuos que vayan quedando después de las aplicaciones con herbicidas pre y postemergentes”.

“En definitiva –concluye Lanfranconi-, debemos apuntar a un manejo mucho más racional, con principios agronómicos y utilizando diversos mecanismos que interactúen en el  control de las malezas resistentes”.

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