Planificar y tomar decisiones adecuadas

Por ahí pasa el desafío para controlar las malezas que reducen los rendimientos.

Así quedó de manifiesto la semana pasada cuando un grupo de productores que participan del relevamiento que viene haciendo RAVIT asistieron a dos talleres de análisis y estrategia moderados por el especialista en malezas Luis Lanfranconi (INTA Río Primero-UCC). Allí se analizaron los datos recabados por el proyecto sobre 1,5 millones de hectáreas ubicadas al norte de la provincia de Córdoba. De él participan 40 productores agropecuarios referentes y se utilizan metodologías de digitalización de información que permiten realizar análisis a gran escala. El trabajo es posible gracias al soporte de UPL.

“En una problemática tan delicada como las malezas, a veces, por un tema de costos, se toman decisiones equivocadas que son luego muy difíciles de remontar: dosis diferentes a las de marbete, momentos de aplicación erróneos o herbicidas que no controlan la maleza en cuestión terminan actuando como agravantes del problema y repercutiendo negativamente en el bolsillo de los productores”, sintetiza Lanfranconi y remata: “las malas decisiones de manejo en malezas se pagan caras”.

Durante las reuniones realizadas en Jesús María y en Montecristo, los grupos de productores y técnicos llegaron a la conclusión de que muchas veces se trabaja contra la maleza pura y exclusivamente para zafar la temporada. “A veces, por no invertir 30, 40 o 50 centavos de dólar más se toman decisiones que son equivocadas y que ponen en riesgo el resultado final y a la larga implican mayores costos”, completa Lanfranconi. Y cuando ese resultado final se traduce en la aparición de resistencias o escapes de malezas, llegan los dolores de cabeza.

De la información consolidada por RAVIT se desprende que los herbicidas pre-emergentes utilizados para el control de malezas son productos convencionales de buena reputación. En soja, el sulfentrazone lidera el ranking de ingredientes activos más usados, tanto para malezas de hoja ancha como para gramíneas, seguido por S-metolaclor y el flumioxaxim. En tanto, en el caso de maíz, la atrazina se lleva el primer puesto.

Pero la inversión en tecnología se desperdicia cuando no se hacen bien los deberes. Lanfranconi remarca la importancia de tener un “buen timing” en la aplicación y actuar cuando las malezas se encuentran en estado de plántula. Por otro lado, se debe conocer perfectamente el accionar del herbicida y tratar de complementarlo con otros productos: “Cuando se hacen mezclas se aumenta también el espectro de control, la persistencia y se gana efectividad”.

También es trascendental encarar un manejo de malezas lote por lote, una práctica con la que se viene insistiendo desde hace mucho tiempo y que está empezando a calar dentro de los productores. “Los lotes más graves deben recibir toda la atención e inversión necesarias, mientras que los que siguen estando relativamente limpios implican menores costos. De esta manera se solucionan los problemas sin que el promedio de gastos se dispare”, explica.

Del relevamiento realizado por RAVIT surge que el Yuyo Colorado (Amaranthus) es la máxima preocupación entre los productores con presencia consolidada en más del 70% de los lotes. “Es la maleza estrella”, comenta Lanfranconi y aclara que el estado de alerta es tan grande que los productores han tomado todos los recaudos necesarios. “Cuando uno mira la cocina de herbicidas, el grueso apunta a Amaranthus. De los 20 productos que están dando vueltas, al menos 18 impactan sobre esta maleza. Entonces la valoración del problema es importante y están trabajando en pos de que no los pase por arriba. Y los problemas puntuales de escape son más por un uso moderado de herbicidas en lotes que creían que no tenían problemas”, agrega.

Presente aproximadamente en el 55% de los lotes, el sorgo de Alepo es para el ingeniero agrónomo una de las malezas que plantean mayor inquietud: “Se hacen aplicaciones de herbicidas una, dos, tres veces, y sigue brotando”. Específicamente para el tratamiento de sorgo de Alepo, el técnico del INTA recomienda atacar los rizomas, que son las reservas que posee en su estructura subterránea y que sostienen su capacidad de rebrote. “Se trata de un proceso de agotamiento que consiste en un trozado mecánico de los rizomas y posteriormente aplicaciones secuenciales de herbicidas”, explica.

Otra de las malezas que ha tomado una preponderancia muy importante este año ha sido Eleusine índica, que se encuentra arañando el 50% del territorio relevado. Figura también como una de las máximas preocupaciones entre los productores, porque ya se ha mostrado resistente al glifosato y los tratamientos pos emergentes de graminicidas tampoco han obtenido buenos resultados. “La problemática radica en que estamos llegando tarde aplicando herbicidas con tres o cuatro macollos, donde la maleza ya se hace difícil controlar”, revela.

Lo mismo ocurre con Chloris virgata, una maleza que reviste el mismo problema, pero en mucha menor medida ya que no llega a ocupar el 40% de los lotes. “Chloris tiene la peculiaridad de concentrar sus nacimientos en un período de 25 días, donde se explica el 90% de su desarrollo. Si dentro de ese período se le está encima, es muy simple de controlar. Pero si se llega tarde, empiezan los dolores de cabeza”, afirma el experto.

El trabajo que RAVIT viene realizando junto a 40 Productores agropecuarios con el soporte de  UPL se basa en mediciones de más de 120 variables agronómicas que tienen impacto directo en la productividad de los cultivos. El relevamiento se hace con la intervención directa de los productores. “Lo interesante es que el técnico o el responsable del establecimiento es quien tiene que responder los cuestionarios y eso lo obliga a repensar sus decisiones. Luego tiene una buena devolución y así se empiezan a ver los frutos de ése ida y vuelta. De esta manera se establece un proceso educativo informal que es muy bueno para ajustar la toma de decisiones”, concluye Lanfranconi.

El proyecto encarado junto a RAVIT en 2018 es un claro ejemplo de la filosofía de trabajo que propone la nueva UPL bajo el concepto “OpenAg”. El desafío de la empresa está basado en desarrollar una agricultura abierta y sustentable, apoyada en la consolidación de alianzas, la construcción de redes en pos de la creación de valor y el aporte para el crecimiento sostenible. “La experiencia que venimos desarrollando confirma la idea de que el problema de malezas, por ejemplo, requiere de la intervención y el aporte de todos. No alcanza con tener soluciones químicas innovadoras, hay mucho por hacer en torno al uso de las tecnologías. Esto es para nosotros trabajar en pos de una agricultura abierta y colaborativa”, expresó Diego Gandulfo, Director de marketing de UPL Argentina.

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