Los análisis organolépticos o sensoriales de los forrajes conservados implican una serie minuciosa de inspecciones visuales, olfativas y táctiles (textura) que se realizan “a campo”, como una herramienta diagnóstica rápida que complementará los reportes de laboratorio.
Al igual que la muestra que se enviará al laboratorio, el diagnóstico sensorial aportará muy buena información si se realiza sobre “muestras representativas” de los forrajes que consumirán los animales. En tal sentido, es conveniente siempre consultar al profesional asesor sobre los procedimientos más adecuados para la toma y manipulación de la muestra. Las apreciaciones organolépticas, desde henos a ensilajes, se ejecutan sobre los siguientes parámetros:
Color: Se aprecian las distintas gamas de colores: del verde al marrón oscuro. El color de un forraje es un Indicador del estado del cultivo cuando fue cosechado y cómo fueron las condiciones de almacenamiento: del grado de humedad del material, la ocurrencia de reacción de Maillard y también de la presencia de hongos. En casi todos los forrajes conservados, el gradiente de tonos de verde ligeramente “oliva” indica condiciones adecuadas de cosecha y almacenamiento. Los tonos marrón oscuro indican forrajes sobre-maduros, ocurrencia de reacción de Maillard (que genera una especie de lignina artificial) y si se visualizan secciones blancas, es señal de proliferación de hongos durante el almacenamiento.
Olor: El olor indica si las condiciones de procesamiento y almacenamiento fueron adecuadas. En el caso del heno, el gradiente va desde el suave perfume a “pasto seco y limpio”, al fuerte olor a tabaco o rancio, a mohos. En ensilajes, del suave perfume a vinagre al rancio-putrefacto o fuerte olor a alcohol, cuando hay mucho grano.
Textura: Esta determinación es una buena indicadora del nivel de humedad en que el cultivo se ha procesado y preservado. Se puede analizar la flexibilidad y humedad de tallos y hojas, la dehiscencia de las hojas. Tallos muy “leñosos”, trozos visibles de mazorcas; material muy seco, desparejo, áspero pero “mullido”; forraje que “moja” o está “resbaloso”. Granos pastosos y suaves al tacto o granos duros y vítreos; granos inmaduros con aspecto “lechosos”.
Clínica de los henos
Un buen heno de alfalfa es aquel que ha sido producido a partir de un cultivo desarrollado bajo buenas condiciones de manejo, siguiendo prácticas de confección apropiadas. En consecuencia, el forraje, sea un fardo o un rollo, se caracteriza por conservar el color casi original del cultivo oreado, presentar abundantes hojas, tallos finos, ausencia de malezas y materiales extraños. Su aroma es agradable y si bien es seco, al tacto no es abrasivo.
Autor: Ing. Agr. Miriam Gallardo