1. QUIÉN ES CULPABLE?
No hay recesión ni estanflación que valgan. No son los fondos buitres, ni el juez Griesa, ni los medios concentrados o la conspiración de los boyardos. Quien ha destruido las células-motoras de la economía nacional es el propio gobierno con sus obcecaciones, prejuicios, incultura, torpezas e impericias. Lo ha hecho embelesado por un resentimiento sin parangón en la historia. Ahora el equipo económico de Kicillof está a punto de lograr la parálisis total de la economía.
2. UN BALDAZO DE AGUA FRIA
Es posible que muchos de nosotros, hayamos visto las escenas del Baldazo de agua helada o “Ice Bucket Challenge”. Aquél episodio donde celebridades reconocidas se someten a un baldazo de agua fría para crear conciencia sobre la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).
ELA es una grave enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular. Se origina en un ataque a ciertos centros nerviosos, llamados neuronas-motoras. Esas células son las que envían señales e impulsos desde el cerebro a la médula espinal y de allí a los músculos del cuerpo para que funcionemos adecuadamente.
Gracias a esas neuronas-motoras podemos: estirar las piernas, caminar, correr, saltar o subir escaleras; patear la pelota o pedalear en bicicleta; hacer ejercicios, quedarnos parados, sentarnos, acostarnos o levantarnos de la cama; mover los brazos para señalar una hermosa puesta de sol, utilizar la mano para tomar un objeto, teclear en la computadora, estrechar las manos, abrazar a un amigo, chistar a alguien o espantar mosquitos; llorar por una triste noticia o enjugar las lágrimas; sonreír, reír, dar las gracias y rezar.
Al sentirse atacadas, las células-motoras disminuyen gradualmente su funcionamiento y dejan de enviar señales nerviosas a los músculos voluntarios. Los cuales, a su vez, cesan de funcionar y se atrofian por inactividad crónica. El cuerpo humano, que es un perfecto mecanismo de movimientos complejos, termina con una parálisis progresiva de pronóstico fatal. Es el fin de todo.
Tan tremebunda es la descripción que hacen los médicos sobre esta enfermedad que, por eso, temblamos de miedo. Ante el primer síntoma, tomamos medidas precautorias, porque somos conscientes de nuestra extrema fragilidad.
3. DESAPRENSIÓN POR LA ECONOMIA
Pero curiosamente no nos asustamos cuando aparecen idénticos síntomas y similares agresiones en los delicados centros neuro-motores de la economía. Aquí parecemos zombis, lelos o pasmados.
Cuidamos mucho de nuestra salud y el aspecto exterior del cuerpo, pero padecemos una incomprensible desaprensión por la salud del organismo económico gracias al cual podemos alimentarnos, sobrevivir y mantenernos sanos.
Cada día que pasa nos mostramos más impasibles y despreocupados, ignorando el más cruel ataque del que se tenga memoria contra las células-motoras de la economía nacional.
No reparamos en la circunstancia de que también la economía tiene un sistema de señales nerviosas, que emite impulsos para transmisión de conocimientos dispersos. Los cuales pueden ser aprovechados o no, por cualquier persona: humilde o ilustrada, poderosa o analfabeta.
Tenemos una aceptación pasiva, sin rebelarnos, por hechos muy graves, leyes desorbitadas, impuestos extorsivos y políticas equivocadas. Ello indica a las claras, que frente a los síntomas de esclerosis progresiva actuamos con total indiferencia.
Un número significativo de importantes líderes políticos, gremiales, sociales, culturales, empresarios y hasta dignatarios religiosos, parecen no tener en cuenta que en la economía existe una delicada función fisiológica que coordina toda la acción humana y nos permite descubrir dónde hay escasez, cuáles son las mejores oportunidades y cómo pueden aprovecharse para crear bienestar para todos.
Con arrogancia fatal, desdeñamos el milagro cotidiano generado por la dispersión del conocimiento, gracias al cual es posible la planificación descentralizada de millones de empresas, que aseguran el abastecimiento diario de productos esenciales o superfluos, sin que haya ningún mandón, burócrata, comisario político o tiranuelo, dando órdenes contradictorias a todo el mundo.
4. SÍNTOMAS DE ESCLEROSIS PROGRESIVA
Si reparamos en lo que realmente nos está pasando y hacemos abstracción de los diagnósticos complacientes o de las rebosantes planillas de power point, podemos percibir algo raro. Que no estamos afectados por la clásica recesión, ni por la típica estanflación, sino por algo completamente distinto:
La esclerosis económica progresiva o “síndrome de Kicillof”, caracterizada por estos cinco síntomas:
* La paralización progresiva de los centros de decisión.
* La destrucción de los sistemas de transmisión del conocimiento.
* El bloqueo de la función coordinadora hecha por los precios y mercados.
* La falta de reacción ante los estímulos.
* La carencia de reflejos frente a peligros, como el crack y la bancarrota.
Cuando el sistema económico de transmisión de conocimientos no funciona bien, o está bloqueado por regulaciones absurdas o ha sido destruído por leyes extorsivas, se produce una esclerosis, exactamente igual a la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) porque los centros-motores neurálgicos de la economía, en lugar de enviar señales correctas o de transmitir impulsos, hacen lo contrario.
5. LA ESCLEROSIS YA ESTÁ INSTALADA
Los síntomas de la esclerosis económica progresiva son cada vez más claros y evidentes. Sólo tenemos que abrir los ojos y mirar en derredor nuestro.
Estos son los principales CENTROS NEURÁLGICOS afectados por la acción desaprensiva de un gobierno que ha obrado obcecadamente, con impericia, ignorancia y resentimiento.
El sistema estadístico falsificado.
Los mercados adulterados.
La moneda corrompida.
El comercio exterior atascado.
Las divisas incautadas.
Los precios relativos desquiciados.
Las sentencias judiciales desacatadas.
La seguridad jurídica debilitada.
La infraestructura territorial destruida.
Las fuentes de energía abandonadas.
La propiedad privada condicionada.
La presión fiscal asfixiante.
La libre empresa denigrada.
La corrupción oficial protegida.
Son 14 los centros-motores de la economía perturbados, destruidos, maniatados y agonizantes. Han dejado de emitir señales confiables y coherentes. Tienen anulada su función de impulsar el movimiento armónico y voluntario de la economía. Por eso producen la atrofia muscular.
Hemos entrado en tiempos de alerta máxima.
No estamos en depresión, ni en crisis o estanflación. Debemos darnos cuenta de que Argentina ha ingresado en una nueva e inexplorada frontera del conocimiento: la que resulta de la destrucción sistemática de sus centros-motores neurálgicos, aquellos que le permiten moverse y progresar.
Cuando este “síndrome de esclerosis económica progresiva” termine por cerrarse, la economía nacional habrá dejado de funcionar y podremos esperar un horrible final.
Sólo nos queda la esperanza de una formidable reacción intelectual y moral tanto en los dirigentes como en un número decisivo de habitantes. Tenemos reservas para que ello ocurra.