La tendencia a la concentración de la producción de materia prima en el sector lácteo sigue afianzándose. Es un fenómeno que se da en los principales países productores y que a nivel nacional se confirma según los últimos relevamientos efectuados por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina. El trabajo considera la participación de los tambos en función a su tamaño medido en litros de leche diarios del mes de diciembre de 2018.
Según los números que refleja el estudio, puede observarse que los tambos de menos de 2.000 litros diarios de leche representan el 51,9% de las unidades productivas que sobreviven en el país, pero aportan el 18,2% de la leche total. En el otro extremo, los tambos de más de 10.000 litros diarios, que representan solo el 3,3% del total de unidades productivas, aportan un volumen mayor de leche, el 19,6%.
Afinando aún más el lápiz, el OCLA destaca que “los 357 tambos más grandes que producen un promedio de 16.110 litros diarios en promedio, aportan la misma cantidad de leche que 5.734 tambos que están en menos de 2.500 litros diarios (una media de 1.003 litros por tambo y por día)”.
El proceso de concentración de la producción en tambos más grandes es continuo y se ha acelerado en los últimos años. Tamaño (litros de producción diaria) no es sinónimo de productividad y eficiencia pero sí se desprende que la escala de producción permitiría lograr ingresos netos totales (obviamente si estos son positivos) que puedan satisfacer las necesidades de retiro empresarial. Un tambo de 1.500 litros diarios, o sea 45.000 litros mensuales, en el supuesto caso que logre un ingreso neto (es decir, que el resultado de la explotación sea positivo) de 1 peso por litro de leche, solo obtiene una posibilidad de retiro empresarial de $ 45.000 mensuales, valor bastante más bajo que el salario bruto industrial del sector en un empleo no calificado.