Si se lleva a cabo un balance en cuanto a las precipitaciones en el presente tramo final de noviembre, sin dudas el saldo es más que favorable para la región del Mercosur. Un rápido repaso por las principales regiones productoras coloca en el primer lugar del podio a Brasil, específicamente la zona del Mato Grosso, donde la campaña transita sin mayores altibajos. La zona sur también responde con un buen comportamiento de lluvias; si bien llegaron algo retrasadas, Paraná y el centro norte de Río Grande do Sul, lograron alcanzar los valores esperados para el avance de la siembra. El mapa del acumulado de noviembre, muestra claramente la buena performance de las lluvias en el país vecino. (Fuente: INPE/CPTEC, propia).
En Argentina, las lluvias también tuvieron un excelente comportamiento, inclusive con desvíos positivos. La provincia de Córdoba, una de las principales tributarias a la producción nacional, es la insignia de la recuperación, donde las principales ciudades productoras superaron en promedio los 150 mm en el anteúltimo mes del año. Dentro de los ejemplos más importantes, fácilmente visible en el mapa de elaboración propia, Marcos Juárez y Río Cuarto llevan la delantera con 263,5 mm y 182,2 mm respectivamente. Si nos adentramos hacia la provincia de Santa Fe y Entre Ríos, también los acumulados superan los valores medios esperados con 388 mm en Sauce Viejo y 290 mm en Paraná.
Por su parte la región agrícola de Paraguay permanece con un buen régimen de lluvias recostadas principalmente sobre la zona central. Por el contrario, Uruguay continúa sin consolidar una buena performance de precipitaciones dilatando las tareas de siembra.
En este contexto, las expectativas para la campaña se renuevan y estimulan la aceleración de la última fase de la etapa de siembra, luego de jornadas interrumpidas principalmente por la actividad asociada a las lluvias.
Apariencias que engañan
A pesar del optimismo que predomina entre la mayoría de los productores y los distintos eslabones de la cadena productiva, en parte debido al fracaso de la campaña anterior, el centro de atención radica en la coyuntura climática dada por la alta volatilidad en la que se encuentra la atmósfera. Si bien el saldo de lluvias del que se hizo mención anteriormente resulta positivo por la recuperación, e indiscutiblemente conforma el sustento necesario para la etapa inicial de campaña, es necesario mencionar que la mayoría de ellas se sucedieron en menos de 24 horas, perjudicando, entre otros factores, el inicio de la etapa vegetativa del cultivo e inclusive teniendo que planificar re-siembras.
Otro factor clave es el comportamiento térmico, el cual ha tenido desvíos tanto positivos como negativos. Es decir, a menos de un mes de comenzar el trimestre cálido ya se registraron valores propios del verano, al igual que mínimas por debajo de los 3 ºC. En el primero de los casos, junto con la componente física del viento dejan como saldo una alta tasa de evapotranspiración manifestada principalmente en regiones con lluvias de comportamiento moderado, como, por ejemplo, el centro sur y este pampeano. Por su parte, los eventos que producen los bajos valores de mínima marginan e inhiben el crecimiento del cultivo con el consiguiente retraso en el desarrollo. En este sentido, la transición intermensual proyecta otro desplome de las temperaturas, tanto mínimas como máximas.
¿Qué viene con el final de la primavera?
Desafortunadamente, la proyección a un escenario normal dentro de un marco de parámetros estándares es una utopía. La autoridad e influencia que impone el cambio climático adicionando un incipiente evento Niño de características débiles generan un contexto donde ganan frecuencia los eventos anómalos, desde temperaturas que adelantan o atrasan estaciones hasta acumulados de lluvias que, en menos de 24 horas, superan, duplican o triplican la media mensual esperada.
Sin duda, el cóctel de eventos extremos es definido por la volatilidad e inestabilidad en la que se encuentra la atmósfera sin chances que existan cambios en el corto o mediano plazo. Si bien hay regiones que marcaron una diferencia favorable durante la primavera, principalmente a partir de la segunda quincena de octubre, hay otras regiones o subregiones que se asfixian en la incertidumbre:
¿Logrará el sur del estado brasileño de Río Grande do Sul estandarizar el régimen de lluvias?
¿La provincia de Córdoba, el centro de Santa Fe y las regiones del centro y oeste de Entre Ríos continuarán recibiendo exuberantes lluvias?
¿Logrará la zona productiva de Uruguay salir a tiempo de las pobres lluvias?
¿Continuará el buen paso en el centro este paraguayo?
¿Los valores máximos están adelantando la campaña?
¿Hay más pulsos fríos?
La extensa área que cubre el Mercosur, donde la proyección de producción de del USDA para el informe de noviembre alcanzaba a 191 Mt de soja entre los países integrantes -es decir, casi el 52 % de la producción total mundial- plantea interrogantes de alta importancia para la producción en su conjunto, que decantan en una sola respuesta, el monitoreo climático.
Fuente: BCR