Sorprende verlo de traje. Usualmente el candor de su guardapolvo se confunde con el de colegas y empleados.
El uniforme blanco, el equipo de fajina, interpretan su altruismo. El que asegura es indispensable tener como empresario de la salud.
Roberto Villavicencio nació por coincidencia temporal en 1948, año de la creación del sistema de salud británico, reconocido por su cobertura universal y alta calidad en prestación. Características que el Grupo Oroño, a otra escala, ha logrado desarrollar en Rosario y su metrópolis.
El presidente de la empresa de salud que genera más de 1300 puestos de trabajo directos y que recibe más de un millón de consultas por año, dialogó con ON24 sobre su política de expansión e inversión contÍnua.
Recorriendo los indicadores de Grupo Oroño, todos terminan indicando un alto requerimiento de recursos humanos, ¿no es así?
En el Grupo Oroño trabajan en relación de dependencia más de 1300 empleados, a los que hay que sumar los servicios tercerizados como limpieza, cattering y más de 800 médicos.
La internación genera una gran mano de obra intensiva para atender a nuestras 280 camas. Es un esfuerzo muy grande, es lo más complejo dentro del Grupo y en eso volcamos nuestra mayor inversión.
¿Cómo resuelven el altísimo número de consultas?
En los últimos años se han creado muchos centros de atención ambulatoria, desde consultas a otras prácticas. Hay diez en total. A la gente no le gusta ir a los sanatorios. Tenemos centros en Fisherton, zona sur, Funes, San Lorenzo y varios en el centro.
Y advertimos un reconocimiento muy importante en las encuestas de satisfacción.
El paciente argentino se acostumbró a tener la salud muy cerca, tan cerca que la exige a domicilio.
La gente llamaba hasta por comodidad, hoy eso se revirtió y actualmente ha vuelto a acudir a los centros. Era una distorsión. El centro permite llegar a un diagnóstico más certero, con la posibilidad a interconsultas, laboratorios e imágenes. Hubo un abuso pero siempre nuestra actividad se va encausando.
Hoy atendemos más de 1 millón de consultas por año.
Otra estrategia muy interesante ha sido el desarrollo de consultas para urgencias. La creación del CER (Centro de Emergencias y Trauma Rosario), CEN (Centro de Emergencia de Niños) y el CEC (Centro de Emergencias Cardiovasculares).
Los tres funcionan con la misma modalidad. Una rapidísima atención con una demora máxima de 15 minutos para niños, 20 minutos para adultos y la atención en el CEC es casi instantánea.
Nuestro sistema de salud, aún con sus críticas, funciona muy bien.
El Sanatorio de Niños debe estar entre sus instituciones más preciadas.
Es el único Sanatorio de Niños en la República Argentina. En el país hay hospitales de niños. Un sanatorio con más de 100 camas como el nuestro no existe.
¿No son rentables?
En los dos extremos de la vida las personas se descompensan fácilmente. Los niños son lábiles, al igual que los ancianos. Tienen muchas internaciones clínicas que demandan médicos, enfermeras, mucha mano de obra intensiva.
El Sanatorio de Niños está subsidiado por el resto de las empresas del grupo.
Nuestra actividad tiene una parte de altruismo bien entendido.
Un altruismo que debe requerir de mucho liderazgo. ¿Dentro de un grupo empresario, cómo logró canalizarlo?
Tratamos de conformar a todo el mundo. El Sanatorio de Niños y el Parque tienen más de 60 años. Hemos pasado por viudas, herederos. Rendimos cuentas y justificamos un crecimiento sin distribución de utilidades, que hace añares no hacemos para reinvertir.
Para desgracia de los accionistas, la tecnología y el conocimiento médico requieren de una inversión constante. No permite no estar actualizados, para ser competitivos y contar con una oferta de jerarquía.
Ha sido decisión política difícil de entender por muchos pero ya se convencieron.
¿Las empresas de salud no son un buen negocio?
Para nada. Si bien nuestro grupo es sustentable, hay muchas actividades que no tienen una ecuación económica positiva.
Ningún centro privado, incluso de Buenos Aires, hacen la transplantología de órganos que hacemos nosotros. Son actividades no rentables pero es necesario entenderlas como inherentes a como se fue conformando este grupo, que es una sociedad estrictamente de médicos.
Igual, hay muchos médicos involucrados que tienen una rentabilidad interna bien entendida, una oportunidad de trabajo además un desarrollo profesional pleno, porque los acompañamos en sus ideas y proyectos.
¿Cómo prestador le costó decidir ser financiador?
Los médicos rechazan esa doble actividad. No les agrada mucho porque los limitamos en sus pretensiones. Así y todo Medicina Esencial no tiene auditoria para nuestros centros. Nuestros médicos tienen la libertad de prescribir.
¿Fue una buena decisión?
Esencial arrancó con 3000 socios hace 10 años y hoy tenemos casi 70.000. En la ciudad es la prepaga más grande.
¿Cómo logró ese crecimiento exponencial?
Rosario es una ciudad de cuentapropistas, de emprendedores, de un sector privado fuerte, esa marca de ciudad se trasladó a nuestra empresa.
Por eso nuestra política de captar ese uno a uno, aunque nunca creímos que íbamos a llegar a 70.000 socios.
No tenemos contratos corporativos. Nuestro target es el uno a uno.
Tenemos además precios administrados, precios convenidos con nuestras propias instituciones.
Hay buenos competidores pero los financiadores locales tienen estructura muy de entre casa, me refiero a los sanatorios que tienen su propio prepago. No formaron centros de atención cerca de los asociados.
Es todo es un armado que hay que ver permanentemente cuál es la necesidad de la gente en términos de consumo de salud.
¿Quien lo ayuda a pensar en una ingeniería tan compleja?
Mi equipo de altos mandos es grande. Hay grandes profesionales: Oscar Fay, Hugo Tanno, Carlos Lovesio. Tenemos talentos médicos maravillosos.
No tener que tomar decisiones solo es un buen entrenamiento.
¿Cómo está al sistema de salud en general?
El sistema de salud está bien porque Argentina tuvo una recuperación en términos de trabajo formal formidable. Pasamos de 5 millones de asalariados a 8 millones en términos de 10 años.
La actualización de salarios estuvo por arriba de la inflación hasta el año pasado. El recurso financiero fluyó en todos los sectores. Nosotros somos dependientes del trabajo formal.
¿Y las obras sociales?
Las obras sociales están mejor que nadie. Tienen usuarios con buena salud, es gente joven en actividad. Si tienen cierta masa crítica les tiene que ir bien en este momento.
¿Y la salud pública de Rosario?
Tiene la impronta de los gobiernos socialistas de los últimos años y en la comparación tienen más resultados que el resto del país. El HECA, el CEMAR, han producido resultados impensados 10 años atrás. Claro que al “frentista” rosarino le cuesta plata.
Qué políticas públicas están pendientes en la salud?
La industria está cada vez más tecnificada, la salud no es robotizable. Hace falta políticas que privilegien a quien toma mano de obra intensiva. Hace falta un reconocimiento real del servicio.
Los médicos están mal pagos. Los servicios de urgencia tienen un costo brutal.
Trabajamos con recursos humanos calificados y de gran entrega.
Para nosotros no hay clientes, hay pacientes que vienen con ansiedad y la necesidad de sentirse mejor.
El estado tendría que tener muy en cuenta a aquellos sectores que arriesgan a tener mano de obra intensiva en lo social.
Por Fabiana Suárez